jueves, 15 de noviembre de 2012

BREVE HISTORIA DE LA CAJA

BREVE HISTORIA DE LA CAJA
@Claudio Cascales

Gillis Congnet's "Pierson la Hues" (1598)

Seguramente los tambores en general y la caja en particular son los instrumentos de percusión más difundidos a lo largo de la historia y de la geografía mundial. Sus orígenes son antiquísimos y la caja específicamente, a lo largo de los últimos 300 años, ha ido adquiriendo tal importancia que para la música actual de casi todos los estilos, se ha consolidado como un instrumento indispensable.

Hoy en día la caja sinfónica es un instrumento extremadamente complicado, con un nivel técnico y sonoro increíblemente amplio y las muestras de ello son muchas y muy diversas, llegando a un nivel de virtuosismo que, los percusionistas que tocan la caja en las orquestas son, en muchos casos, verdaderos especialistas, con intervenciones delicadas y de precisión absoluta, así como de un nivel rítmico y musical que requiere del instrumentista una formación completa, para poder llegar a interpretar los distintos pasajes que los compositores han escrito para este instrumento.

Con el nombre genérico de tambor, se conocen una multitud de instrumentos de las mismas características expandidos por todo el mundo. El término castellano procede de la palabra persa tabir, vocablo que quedó modificado al pasar por el árabe, donde debió de confundirse con un cordófono llamado tunbur, cuya tabla armónica estaba constituida por una membrana. Las forma antigua castellana es la de atambor, de manera que, ya en la Edad Media, la palabra tambor fue de uso común, siendo las palabras en italiano para el instrumento tamburo y en occitano tabor.
 
El nombre de caja (caxa), no se dio hasta el siglo XV, cuando su presencia se incrementó en los desfiles militares de infantería para marcar el ritmo y acompañar a los pífanos, mientras los atabales y trompetas eran patrimonio de la caballería. Fue a partir de entonces cuando aumentó de tamaño y se conoció con el nombre de caja de guerra.
  
La caja pertenece a la familia de los membranófonos, según la clasificación de Sachs y Hornbostel, de los denominados Cajas de redoble o Redoblantes, por su parte en la actual clasificación de los instrumentos de percusión esta incluida, así mismo en los instrumentos de membrana.
  
Como todos los instrumentos de percusión, los musicólogos no se ponen de acuerdo en cuanto al origen de los tambores, que se presumen desde tiempos remotos. Los primeros fueron simples troncos ahuecados como el actual tambor de hendidura africano, habiendo evidencias arqueológicas que permiten establecer que los primeros tambores con parche (de cuero), existían en el año 3000 antes de Cristo. Mucho después y con las primeras culturas del mundo: Egipto, Mesopotamia, China, Japón y la India, el tambor era un instrumento común y de gran valor religioso y mágico.
  
Pero debemos esperar a la Alta Edad Media para que los tambores fueran introducidos en la cultura Occidental como otros instrumentos de percusión, por medio de los árabes, a través de la conquista de la Península Ibérica y de los Cruzados a su regreso de Oriente Medio. Posteriormente en la Baja Edad Media y el Renacimiento el tambor más utilizado era el tabor (de muchos tamaños y medidas, con el bordonero en el parche superior y siempre asociado a un pífano), precedente directo de la caja y del resto de tambores redoblantes o de marcha, donde se comenzó a utilizar como instrumento militar de formación y desfile, y de intercambio de señales, primeramente en Suiza, extendiéndose rápidamente por el resto de Europa.
  
El instrumento es ya nombrado en los principales tratados organológicos del Renacimiento y el Barroco, siendo la primera fuente de importancia: Orchésographie (1588), de Thoinot Arbeau, principal referente de las danzas renacentistas, también contiene otras secciones importantes para los instrumentos de percusión acerca de la música militar, tambores y marchas. Anteriores a él son Musica getutscht  (1511), de Sebastián Virdung, Musica instrumentalis deutsch (1528), de Martin agrícola y posteriores, en el Sintagma Musicum (1614-1620), de Michael Praetorius, Harmonie universelle (1636), de Marin Mersenne y Musurgia universales (1650), de Athanasius Kircher. Siendo el libro escrito en 1621 Il torneo de Buenaventura Pistofilo, el tratado en donde verdaderamente se detalla por primera vez la escritura para las músicas militares del momento.
  
Tras el tabor, el siguiente instrumento que puede ser considerado como el antecesor de la actual caja es el Redoblante, que se tocaba colgado de una correa a un hombro haciendo un ángulo de 45 grados con respecto al intérprete, permitiendo así su desplazamiento al tiempo que podía ejecutar con las dos manos (hecho este que determinará hasta nuestros días su técnica de ejecución). Este instrumento ya tenía bordón en el parche inferior, aunque habría que esperar hasta el siglo XIX y más concretamente a 1837, cuando el inglés Cornelius Ward inventó un sistema para tensar el parche por medio de tornillos.
 
La caja fue incorporada a la orquesta a comienzos del siglo XVIII, en 1706, en la ópera Alcione del compositor francés Marin Marais (1656-1728), denominándolo tambourin, siendo también incluida en obras tan representativas para la historia de la música como en el “Minueto” de la Música para los reales fuegos de artificio de 1749, del compositor Georg Friedich Haendel (1685-1759), finalmente Christoph W. Gluck (1714-1787), fue quién la recuperó definitivamente para la música clásica especificando tambor, en su ópera Iphigénie en Tauride (1779).
 
Ya en el siglo XIX, Gioacchino Rossini (1792-1868), fue el primer compositor que le dio el rango de solista en su ópera buffa la Gazza ladra, en 1817, no en vano el compositor en su niñez tocaba la caja en la banda de  la Guardia Cívica de Pesaro, su ciudad natal. Tras él, la caja fue, a lo largo de todo el siglo XIX, progresivamente utilizada por los compositores en diferentes e importantes obras orquestales, bien por su carácter militar, como en la fantasía para orquesta la Victoria de Wellington o Sinfonía de la batalla de 1813, también conocida como La batalla de Vitoria op. 91 (de Vitoria, no de la victoria, como a veces, equivocadamente se la denomina), de de Ludwig van Beethoven (1770-1827), o como instrumento de color, como en Marcha fúnebre de la última escena de Hamlet de 1852 Héctor Berlioz (1803-1869), en donde se requieren seis cajas veladas.
 
Ya en el siglo XX,  la caja ocupa un lugar predominante en las obras sinfónicas de compositores como Rimsky-Korsakov, Ravel, Bartok, Nielsen, Britten y Sostakovich, entre otros muchos, al tiempo que se incluye por derecho propio en la música de cámara bien sola o como miembro de un set-up, donde compositores como Rimsky-Kórsakov, Stravinsky, Milhaud, Ravel, Bartók, Hindemith, Shóstakovich, Walton, Nielsen, Carter, Messiaen, etc., la utilizan de manera innovadora llevando al extremo sus múltiples posibilidades sonoras, no exentas de un virtuosismo cartesiano, en muchas ocasiones, al tiempo que pasa a formar desde comienzos de siglo un instrumento básica para la batería de jazz.
 
Una vez establecida tanto en la orquesta como en la música de cámara, es a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando aparecen las primeras obras a solo, donde se explotan todas las posibilidades rítmicas y tímbricas del instrumento sin límites, llegando a considerarse como un instrumento de gran virtuosismo, dentro de los instrumentos de percusión, así compositores como Benson, Colgrass, Schinstine, Delecluse, Fink, Houllif, Lyloff, Másson, Gerassimez, Martynciow, entre otros muchos, han conseguido con su literatura, elevar a la caja, un instrumento en principio esencialmente rítmico, hasta las más altas cotas de musicalidad, llevándolo a un primer plano dentro de los instrumento de percusión.
 

Pedro Calonge el “Rey de la Marimba”.

  Pedro Calonge el “Rey de la Marimba”. @ClaudioCascales Pedro Calonge. (Fuente: gladyspalmera.com) Si en un artículo anterior rendíamos...