Joseph
Baggers
“El Príncipe de las baquetas”;
y otros
compositores "timbaleros" en el Paris decimonónico.
@ClaudioCascales
Joseph
Baggers (1858-1938), nació en Amberes (Bélgica), adquiriendo la nacionalidad
francesa en 1892. Su padre, Samuel Marcus Baggers (1821-1902), fue un
reconocido judío dedicado a la talla de diamantes, quién también era director
de orquesta, siendo su madre Rozette Stréliski (1822-1886), pianista y persona
muy sensible a las artes. Su hermano mayor Marius Baggers (1955-1939), fue así
mismo un reputado director de teatro, director de orquesta, compositor y pedagogo.
Tras la Guerra Franco-Prusiana
(1870-1871), su familia se desplaza desde Bélgica a Francia y pronto
encontramos referencias suyas en la ciudad de Lyon (Francia), donde a los
catorce años ya es timbalero de la orquesta del Gran Teatro y estudia en el
conservatorio de la ciudad (1872-1874).
En la temporada 1875-76, con apenas
dieciocho años se traslada a París, donde continúa sus estudios musicales y
consigue la plaza de Primer timbal en la orquesta del Théâtre National de l'Opéra-Comique,
siendo su director el notable Charles Lamoureux (1834-1899). Anteriores timbaleros a él encontramos en
la orquesta los nombres de: Casimir, Lefebvre jeune y como coetáneos a: de
Caster y Henri Vizentini.
Baggers también aparece junto a otros
ilustres nombres de la historia del xilofón en París como Charles Try (1819-1887) y Sankson
Jakubovsky (1801-1873), como intérprete de Le
Carnaval des Animaux (1886), de Saint-Saëns, además de otros percusionistas
como: de Caster, Gaston Choisnel, Cesare Geloso, Renault y Lévy (Sabina
Teller Ratner, Camille Saint-Saëns 1835-1921: A Thematic
Catalogue of his Complete Works. Volume 2: The Dramatic Works, OUP Oxford; New edición, 2012). En 1931 se le concedió la Legión de Honor por sus
méritos artísticos.
Hasta
Baggers, apenas se han recuperado nombres en el panorama francés relacionados
con los timbales, si exceptuamos al mítico
timbalero de la orquesta de la Ópera Charles-François Poussard (No hay un timbalero que pueda compararse en
precisión, velocidad del redoble y finura en los matices a Poussard;
escribió Berlioz en su séptima carta desde Berlín a Louise Bertin; además de
ser el dedicatario del Manuel général de
musique militaire, 1848, de Georges
Kastner.
En el periodo histórico que tratamos, la inmensa mayoría de instrumentistas (timbaleros, percusionistas: bombo, platos, triángulo) no eran especialistas, aunque sí tienen un gran bagaje musical, ya que son experimentados instrumentistas de formación (de cuerda y viento metal), además de pianistas y compositores aún en formación, realizando una gran labor a falta de expertos timbaleros con dedicación exclusiva. Entre otros muchos enumeramos en orden cronológico los siguientes compositores que hicieron las veces de timbaleros en las orquestas parisinas del XIX y primeras décadas del XX:
Jean-Madeleine Schneitzhoeffer (1788-1852) o simplemente “Bertrand”, que es como prefería que le llamaran por la dificultad de pronunciar su nombre, timbalero de l'Opéra-Comique.
Giacomo Meyerbeer (1791-1864), el cual, si bien no era francés, si vivió durante la mayor parte de su vida en París. Fue el timbalero en el estreno de la Sinfonía Nº 7 de Ludwig van Beethoven, en Viena el 8 de diciembre de 1813, quién dijo de él: “siempre va detrás del ritmo”. Meyerber estrenó así mismo la Missa Solemnis y la Sinfonía Nº 9, el 7 de mayo de 1824 también en la capital austriaca.
Hector Berlioz (1803-1869), quién a pesar de no tocar los timbales, sí fue uno de sus principales defensores poniéndolos en valor, al tiempo que amplió sus posibilidades técnicas, tímbricas y dramáticas, dijo: “Alguno puede pensar que tocar los timbales es fácil. Es un error!. Todo aquél que toque los timbales sin haber aprendido metódicamente (su técnica), no será nunca un buen timbalero”; “Además de la habilidad especial que se requiere del timbalero en el manejo de las baquetas, este debe de ser un músico de primer nivel, dotado de un oído excepcionalmente sensible, por eso los buenos timbaleros son tan difíciles de encontrar”.
Adolphe Adam (1803-1856), timbalero de la orquesta del Théâtre du Gumnase Marie-Bell y en la del Théâtre National de l’Odeon.
Charles Gounod (1818-1893), timbalero en la orquesta del Théâtre Lyrique (Théâtre-Lyrique Impérial du Châtelet).
Jules Pasdeloup (1819-1887), timbalero experimentado, influyó en Berlioz, aunque en menor medida que Paussard.
Théophile Semet (1824-1888), timbalero de la orquesta de L’Opéra de París.
Camille Saint-Saëns (1835-1921), de todos es conocida la anécdota en la que en su primer viaje de incognito a Gran Canaria, se ofreció como timbalero para tocar con la Orquesta Filarmónica de la ciudad.
Emmanuel Chabrier (1841-1894), timbalero de la orquesta de la Société des Concerts du Conservatorie.
Jules Massenet (1842-1912), timbalero de la orquesta del Theâtre Lyrique dos veces por semana cobrando 2,50 francos, además de en la orquesta del Café Charles.
Émile Pessard (1843 1917), timbalero en la orquesta de l’Opéra de París.
Louis Varney (1844-1908), timbalero en la orquesta del Theâtre des Italians.
Vincent d'Indy (1851-1931), timbalero en la Orchestre Colonne, no en vano fue el primer compositor que escribió un pasaje cromático en los timbales en su Sinfonía Nº2 en Sib, op. 57 de 1903 (Ed. Durand, 1951).
Gabriel Maria (1852-1928), timbalero de la L’Orchestre Lamoreaux.
Paul Hillemacher (1852-1933), timbalero en à l’Opéra Comique.
André Clapet (1878-1925), timbalero en la Orchestre Colonne.
Además
de otros muchos como: Jules Weber, Ferdinand Hérold, Ernest Guiraud, Paul Hillemacher,
Jean
Witkowski, Lucien Lambert, François-Joseph Cerclier, Louis Auguste Seuriot…
Por los documentos que se tienen relacionados con Baggers bien se puede concluir que fue un excelente músico, entregado a su profesión y arte, admirado y querido por colegas y aficionados a la música de su tiempo, por su predisposición al trabajo bien hecho, su excelente oído absoluto y su capacidad de dar siempre la sonoridad más idónea en cada una de sus intervenciones. Al tiempo que fue descrito como: activo, simpático, risueño, de ojos juguetones (La Rumeur, 3 dejulio de 1928).
Alexandre Luigini (1850-1906), director de la orquesta de l’Opéra-Comique le calificó como: “El timbalero más perfecto y más erudito”. El novelista Romain Coolus dijo de él: “Si fuera pintor yo haría su retrato en medio de sus timbales, este muchacho ha nacido para tocar los timbales”. El compositor Charles Maréchal (1842-1924), dijo de él que era el: “Príncipe de las baquetas”. En un artículo de la Revue française politique et littérarie el 20 de enero de 1924 es considerado como el “Decano de los timbaleros” parisinos, cuando en ese mismo año se cumplían más de cinco décadas ininterrumpidas de actividad desde su primer concierto en la Salle Favart, el Théâtre de l'Opéra-Comique,
Desde su entrada
en la orquesta de l'Opéra-Comique,
su dedicación a los instrumentos de percusión fue febril, investigando y
profundizando en nuevas sonoridades y técnicas de ejecución (estrenó entre
otras Pelléas y Mélisande, Ariane et Barbe Bleu o L’Heure Espagnole).
Al tiempo que llegó a ser halagado por compositores de la talla de: Massanet, d’Indy, Debussy, Colonne y Fauré entre otros. Fauré como director del centro, le propuso ejercer como profesor de percusión en el Conservatorie National de Musique et de Declamation en 1911 (sin remuneración económica), puesto en el que fue nombrado oficialmente por Real Decreto el 28 de febrero de 1914, siendo el primer profesor especialista francés de la historia dedicado a los instrumentos de percusión, si bien su labor estuvo focalizada en la enseñanza de los timbales.
Con el fin de desarrollar su labor pedagógica años antes Baggers publicó con la editorial Enoch & Co. (París, 1906), su mítico tratado: Methode de Timbales et Instruments a Percussion el cual está dividido en tres partes:
1ª Les Timbales.
2ª Le Tambour.
3ª Les Accessories de Batterie ou de Fantasie en usage dans
les orchestres.
Fauré declaró que
el método de Baggers para los instrumentos de percusión era: “excelente, indispensable, didáctico, útil,
bien ordenado y completo, el cual se justifica, no solamente por el
desconocimiento de los instrumentistas, sino también por el de los propios
compositores”. En todo momento a lo largo del volumen se encuentran
fragmentos orquestales de las sinfonías de Beethoven y otras obras sinfónicas,
óperas y óperas cómicas, en las que los timbales tienen un papel destacado y
las que con toda seguridad el autor fue protagonista de todos y cada uno de sus
estrenos parisinos.
Entre una multitud de alumnos destacaron: el compositor Raymond Loucheur (1899-1979), Félix Passerone (1902-1958), y un jovencísimo Olivier Messiaen (1908-1992). Lamentablemente por razones presupuestarias la clase fue clausurada en 1933 y no se volvería a recuperar el aula hasta 1947, pasando a ser su profesor titular Félix Passerone, quién fundó la Escuela moderna de percusión francesa con carácter generalista. A Passerone le seguiría Robert Tourte (m. 1975), y desde 1965 el mítico Jacques Delécluse (1933-2015).
Podemos concluir que la figura de Joseph Baggers ha de ser conocida, valorada e incorporada a la cultura y conocimiento de los percusionistas en general, ya que se puede calificar como de un avanzado a su tiempo, un pionero en el que aquellos que amamos y vivimos “la percusión” nos hemos de ver reflejados, por su capacidad de entrega al instrumento, al repertorio original colaborando con compositores, a sus discípulos y de forma general a la música, en un tiempo en el que la historia de los Instrumentos de percusión aún estaba por escribir.