INFLUENCIA
DEL JAZZ EN LA MÚSICA SINFÓNICA
Por Claudio Cascales
Catedrático de Música
Desde
el mismo comienzo, la música de jazz tuvo una gran influencia entre los
compositores que bien podríamos clasificar como sinfónicos. El jazz nace en una
época de la historia de la música, coincidente con el modernismo, en donde se
buscaban nuevos caminos, tras haberse agotado el lenguaje y las formas del
romanticismo.
Desde
prácticamente comienzos del siglo XX, se buscan nuevos sistemas armónicos que
reemplacen la tonalidad (dodecafonismo), nuevas escalas (exóticas,
microtonales), nuevos ritmos (asimétricos, polirrítmias, polimetrías...), nuevos instrumentos
(sobre todo los de percusión), nuevos
sonoridades (futurismo, primitivismo...) y efectos (glissandos, frulatos...).
En
este ambiente el jazz va ha ser, para muchos compositores, la base para
realizar, como elemento novedoso, una música fresca, vital y moderna que
finalmente se quedará, en la mayoría de los casos en anécdota (sobre todo en
los músicos europeos), debido fundamentalmente, al desconocimiento de la
esencia del jazz: la improvisación, así como la imposibilidad de realizar una
escritura que diera toda la dimensión al swing, esa especie de relación entre
los escrito y lo interpretado, en la cual no se puede transmitir con una simple
notación, además de la gran dificultad de reflejar una sonoridad individual,
tanto en el fraseo, como en el propio sonido, tan determinante para el jazz.
Aún así, se
puede hablar en Estados Unidos de un Jazz Sinfónico, en el que se caracteriza
más el recurso jazzístico, como algunas armonías, escalas, ritmos, instrumentos
y efectos sonoros, e incluso algo de improvisación, que el propio jazz en su
sentido más amplio donde el swing, la improvisación y la sonoridad individual
son la base de la música. En Europa por el contrario el jazz está más presente
en la música de Cámara. En definitiva, para la mayoría de los compositores el
jazz fue un plato exótico del que se sirvieron de manera más o menos
consciente.
Los
compositores que han obtenido resultados más satisfactorios a la hora de
incorporar la música de jazz a la sinfónica, han sido, por razones obvias, los
compositores americanos. De entre todos ellos podemos destacar a:
George Gershwin (1898-1937), el primer
compositor que utilizó el jazz en el mundo sinfónico, de un modo natural.
Gershwin reelaboró el lenguaje del jazz y de la canción popular, para
integrarlos ambos en el mundo de la orquesta, donde logró magníficos éxitos
como Rhapsody in blue (1924), Un americano en París (1928) y su
incomparable jazz-ópera Porgy and Bess
(1935).
Tras Gershwin el compositor que más ha
intentado más conscientemente la fusión de elementos del jazz y de la música de
concierto en una nueva unidad, no en vano, de él es el concepto de Jazz
Sinfónico al que denomino Third stream, es el también estadounidense
Gunther Schuller (n. 1925), con una música eminentemente rítmica basada en los
elementos del jazz no exentos de influencias de Stravinsky, Schoenberg. Sus
obras más conocidas dentro del estilo son el Cuarteto de jazz y orquesta (1959),
el ballet Modern Jazz: Variants (1961),
el cuento musical Journey into jazz (1962),
la ópera de 1966 The Visitation, así
como su Gran concierto para percusión y
teclados (2005).
Morton Gould (1913-1996), compositor y afamado director de orquesta, destacó desde joven por su capacidad de combinar a la perfección múltiples géneros musicales en la estructura formal clásica, manteniendo sus elementos distintivos, entre ellos, la música latina y muy especialmente el jazz. Sus obras más relacionadas con el lenguaje jazzístico son Chorale and Fugue in Jazz (1933), Four American Symphonettes (1945) y Symphony of Spirituals (1975).
Por último a Leonard Bernstein
(1918-1990), compositor y director de orquesta, con muchas influencias tanto de
la música popular americana, como de la música latina y el jazz que, junto a
las de Ives, Copland y Stravinsky, forman su mundo sonoro. Bernstein, sin ser
innovador, absorbe todos estos elementos y le imprime un sello propio en el que
predomina un verdadero olfato para la orquestación. Entre sus obras con tintes
jazzísticos se pueden destacar el músical On the Town (Un día en Nueva York)
de 1944, Candide (una opereta con una obertura conocidísima), de 1956 y
el también musical West Side Story 1957, que alcanzó, tras llevarla al cine, diez Oscars en
1961.
Como
se ha comentado anteriormente los compositores europeos, en su mayoría
abordaron el jazz en composiciones de cámara, relacionadas con el mundo del
music hall, el cabaret, etc, en muchos casos utilizando referencias directas
al ragtime que causó sensación entre los compositores de los 20. Los compositores
europeos que incorporaron elementos de la música de jazz a sus obras fueron:
Antonín Dvorak (1841-1904), quién
introduce en algunas de sus obras, entre ellas la 9ª sinfonía (del nuevo mundo), melodías extraídas del espiritual
negro Sweet home.
Claude Debussy (1862-1918) se inspiró
en el cake-walk para escribir The
childrens corner así como en su 1er libro de Preludios.
Erik Satie (1886-1925), en plena
apoteosis de la estética del circo y del music-hall, e influido por el ragtime
y el jazz, compuso la pantomima Jack in
the box y en su ballet Parade (Ragtime
del transatlántico).
Maurice Ravel (1875-1937), incorpora
diversos elementos del jazz en su Concerto
para la mano izquierda en Re mayor así como en su Concierto para piano en Sol mayor.
Otros compositores que utilizaron el
jazz fueron Paul Hindemith, Ernst Krenek, Kurt Weill, Béla Bartók, Dimitri
Shostakovich o André Jolivet.
Mención aparte, no sólo por la
utilización del lenguaje del jazz en algunas de sus piezas, sino también por la
importancia de los instrumentos de percusión y el propio ritmo son Igor
Stravinsky (1882-1971), con su Historia
de un soldado de 1918, entre otras, donde da una nueva dimensión a los
instrumentos de percusión aunándolos varios en torno a un solo interprete y
Darius Milhaud (1892-1974) quién hizo algo muy parecido con dos ballets, uno de
cámara La Creación del mundo (1923) y,
otro anterior orquestal, El buey sobre el
tejado (1918), donde también aparecen elementos de la música de brasil.
Haciendo una breve referencia al
panorama español, encontramos al compositor de películas José Nieto (n.1942) ex
batería quién estrenó en 1974 su Concierto
para quinteto de jazz y orquesta. Igualmente otro gran maestro de la
batería en España Enrique Llácer “Regolí” (n. 1934), ha compuesto obras para
percusión y orquesta donde se advierten claras influencias jazzísticas como el Concierto nº 2 para batería y orquesta (1990).
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