EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO.
Por @ClaudioCascales
Sin duda el Concierto de Año Nuevo (en alemán Das Neujahrskonzert), es
el evento musical más conocido, exclusivo, divulgado y con mayor repercusión a
nivel mundial de nuestros días. Cada 1 de enero la Orquesta Filarmónica de
Viena deleita al mundo con un concierto de música clásica festivo y divertido
(a veces hasta desenfadado con gags, bromas y dramatizaciones hilarantes
atribuidas al percusionista nacido en Salzburgo Frank Broschek -1919-2008-),
para celebrar el Año Nuevo, con obras que se pueden catalogar como de “Clásicos
populares” en los que además de piezas de música de salón decimonónicas tales
como valses, polcas, marchas, galops, cuadrillas, etc., se pueden incluir otras
procedentes de óperas y operetas, sin descartar alguna otra que pueda encajar
en el que ya podemos denominar canon del
Concierto de Año Nuevo.
El concierto (¿show?), tiene lugar en la Goldener Saal (Sala Dorada), si bien es verdad que no es cómoda para el público asistente, ni por la visibilidad, ni por sus incómodas butacas, sí tiene con una acústica como pocas. Para este concierto la sala es adornada exuberantemente con motivos florales en los que predominan los colores pastel y cálidos.
La sala se encuentra en el Wiener Musikverein
(edificio de la Sociedad Musical de Viena), ubicada en la Karlsplaz de la capital austriaca. Fue
construida por Theophil Hansen
(19813-1891), y se inauguró el 6 de enero de 1870. Arquitectónicamente es
de inspiración neoclásica, en la que destacan sus características cariátides,
realizadas por Franz Melnitzky (1822-1876), y las pinturas representando a Apolo y las nueve musas de su artesonado de August Eisenmenger (1930-1907), además de sus
balcones, sus ocho espectaculares de lámparas de cristal de Bohemia, su órgano al fondo
del escenario (con la inscripción Gesellschaft der Musikfreunde), sobre seis
columnas, etc.
Su forma es rectangular
con 48,80 metros de longitud, 19, 10 metros de ancho y 17, 75 metros de altura.
Desde el momento de su inauguración ha sido considerada con una de las tres
mejores salas de conciertos del mundo (junto con
el Symphony Hall de Boston y el Concertgebouw de Ámsterdam),
además de por su forma, por su recubrimiento de madera, el falso techo,
también de madera y el espacio hueco bajo el suelo de madera que hace de caja
de resonancia.
La Wiener Philharmoniker fue fundada en 1842
por el compositor y director prusiano Otto Nicolai (1810-1849), teniendo desde
entonces directores titulares de tanto renombre como Hans Richter (1843-1916),
Gustav Mahler (1860-1911), Wilhelm Furtwängler (1886-1954), o Clemens Krauss (1893-1954), siendo
directores invitados prácticamente la totalidad de figuras, dentro del mundo de
la dirección, en cada momento desde su fundación tales como Toscanini,
Mitrópoulos, Ansermet, Szell, Karajan, entre más de un centenar.
En
la actualidad la Wiener
Philharmoniker no tiene un director titular, siendo en cada concierto de abono,
gira, festival o grabación, diferente. El Concierto de Año Nuevo en principio
contaba con un director titular, pero desde 1987 es invitado, al igual que para
el resto de la temporada, conociéndose generalmente los días previos de un
concierto el director del año próximo. El primer director invitado al Concierto
de Año Nuevo fue Herbert Von Karajan (1908-1989), desde entonces la lista ha
sido larga con nombres como Claudio Abbado, Zubin Mehta, Ricardo Mutti (quién
ha dirigido el concierto en seis ocasiones, el que más sin contar a Boskovsky), Christian Thieleman o Daniel
Baremboin, entre otros. El concierto aún no ha sido dirigido por una mujer.
La sonoridad única en el mundo de la Orquesta Filarmónica de Viena viene determinada, además de la gran calidad de sus músicos (y desde 1997 músicas, siendo en la actualidad 19 mujeres de los más de 100 profesores que completan su plantilla), además de por su sede, la Sala Dorada, por sus propios instrumentos y técnicas de ejecución e interpretación, que han pasado de generación en generación desde hace más de 150 años.
Instrumentos
como los clarinetes con boquillas especiales que requieren el uso de lengüetas
(cañas), así mismo especiales, las trompetas con mecanismo de cilindros y de
tubo más estrecho y los instrumentos de percusión (timbales y caja), con
parches de piel a la antigua usanza, pueden ser un buen ejemplo de ello. Además
también influye la ubicación de las diferentes secciones sobre el escenario:
violines primeros a la izquierda, violines segundos a la derecha, contrabajos
en la última fila detrás de los metales y percusión en el fondo a la izquierda
(incluidos los timbales).
La historia del concierto se remonta a la nochevieja de 1939 (no entraremos aquí en sus conexiones e implicaciones políticas que fácilmente el lector puede suponer e investigar en la red), siendo desde 1941 el primero de enero la fecha en la que se celebra ininterrumpidamente hasta nuestros días, incluso en la edición de 2021 se celebró sin público asistente por la pandemia.
Sin duda su progresiva popularidad se
gestó a partir de 1959 cuando la radiotelevisión austriaca la Österreichischer Rundfunk (ORF), comenzó a
retransmitirlo en directo. Desde entonces su audiencia ha crecido
exponencialmente y se estima que en la actualidad podría llegar a los 1.000
millones de espectadores en más de 50 países, potenciada por su retransmisión
en internet y la plataforma Medici.tv.
El programa completo, a día de hoy,
tiene una duración de 2 horas. En España aunque con algún precedente, se
retransmite por la televisión pública y Radio Clásica desde 1973 (además de
Radio 5 y otras), siendo nuestro admirado y recordado José Luis Pérez de
Arteaga (1950-2017), la voz de referencia para los comentarios hasta su
fallecimiento, tomando el testigo el también periodista musical Martín Llade
(n. 1976), quién ha demostrado ser un más que digno sucesor y al que auguramos
una larga vida de locuciones para este concierto único.
Además del propio concierto, la ORF (con un inusual despliegue de medios), aprovecha la ocasión para mostrar al mundo los más bellos edificios, lugares y paisajes vieneses, al tiempo se muestran coreografías pregrabadas de gran belleza y plasticidad, protagonizadas por los solistas del Ballet de la Ópera Estatal de Viena, todo ello con una calidad de imagen en HD, sonido, fotografía y ambientación exquisita, que hacen que el concierto sea aún más interesante para el espectador.
El repertorio del concierto como se ha
referido con anterioridad se basa principalmente en músicas de salón del siglo
XIX tales como valses, polcas, marchas, mazurkas, galops, cuadrillas,
contradanzas y otras piezas de carácter, además de ópera y
opereta, siempre teniendo como referencia a la dinastía Strauss, Johann
(padre), Josef, Eduard y especialmente Johann (hijos). Al tiempo también
aparecen compositores coetáneos más o menos conocidos que pueden ir desde
Mozart, Wagner, Offenbach o Verdi a Ziehrer, Lanner, Lehár, Von Suppé o el
propio Otto Nicolai e incluso compositores locales desconocidos.
El concierto consta de dos partes
(con una pausa de 25 minutos donde se suele emitir un documental sobre las
excelencias culturales y naturales austriacas), con un programa cerrado pero
que "todo el mundo" (sic), sabe que se le añadirán tres propinas, que si bien
fueron incluidas desde años anteriores, fueron consolidadas por Willi Boskovsky
(1909-1991), primero concertino de la propia orquesta y después director del
Concierto de Año Nuevo en 25 ocasiones, a partir de las retransmisiones
televisivas.
Estas tres piezas son una polca (la cual es diferente cada año), el vals An der schönen blauen Donau op. 314 (En el bello Danubio azul), de Johann Strauss hijo y la Radetzky Marsch (Marcha Radetzky), de Johann Strauss padre, esta última acompañada con palmas con la misma voluntad que falta de gracia por parte del variado público asistente, a pesar de los "esfuerzos del director por evitarlo" (sic).
Después de la polca, tras los primeros compases de la introducción de En el bello Danubio azul, es de rigor que el director felicite el Año Nuevo en alemán con ya la mítica frase: “La Filarmónica de Viena y yo les deseamos…”, a la que los miembros de la orquesta responden rítmicamente y al unísono de forma responsorial “!!!Feliz año nuevo!!!”.
Además se ha establecido que los diferentes
directores den un pequeño discurso que habitualmente está dirigido en favor de
la paz y la concordia entre los pueblos del mundo y la necesidad de la música
como nexo común, social, emocional, educativo y comunicativo de la humanidad.
Cualquier aficionado (o no), a la música de
cualquier parte del mundo puede asistir al concierto comprando las entradas
(dos por persona), para cada uno de los tres conciertos, en el caso de ser
ganador de un sorteo que se realiza en el mes de enero (o febrero en ocasiones),
y se gestiona a través de la web de la orquesta debido a la gran demanda de
localidades y con el fin de que todas las personas del mundo tengan las mismas
posibilidades de asistir, siendo el aforo de la Sala Dorada de 1744 asientos y
300 de pie. De estas 2044 localidades tan solo se sacan a sorteo 700 ya que el
resto son invitaciones para autoridades, patrocinador, miembros de la orquesta
retirados y familiares de los miembros de la orquesta en activo.
Las entradas pueden adquirirse bien para el propio
Concierto de Año Nuevo (11:15 horas), en el cual los precios oscilan (año 2022),
entre los 35 y los 1200 euros, el Concierto de Nochevieja, también llamado de
San Silvestre, la tarde del 31 de diciembre (19:30 horas), cuyos precios
oscilan entre 25 y 860 euros y el Ensayo General, durante la mañana del 30 de
diciembre (11:00 horas), cuyos localidades se pueden adquirir entre 20 y 495
euros.
Con el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena se ha establecido una tradición en muchos hogares del mundo el primer día de enero. El cambio de año es momento para nuevos propósitos e ilusiones, un reto de 365 días por delante que se inicia mucho mejor frente al televisor en familia, escuchando una música alegre, pegadiza y ensoñadora, que nos llega al corazón, nos envuelve, nos ilusiona, nos hace respirar, nos hace más felices..., estando convencidos que gracias a ella el mundo y la humanidad puede ser mejor y más justo, con mayores esperanzas, quizás no tengamos otra oportunidad así a lo largo del año.
Ohhh..., Pero...si son las 11:15!!!! Comienza el concierto!!! A disfrutar!!!
1 comentario:
Todos los años le pongo a mis alumnos "el bello Danubio Azul". Gran artículo.
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