domingo, 29 de enero de 2012

LA ÓPERA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVIII

Claudio Cascales


A lo largo de todo el siglo XVIII, el sistema ilustrado español, por razones políticas, estuvo muy influenciado por la cultura francesa, que considera el teatro ya fuera cantado, declamado o danzado como una fuente de cultura esencial para el desarrollo de una nación.

Sin embargo, a pesar de esta influencia francesa, es la ópera italiana la que ofrecía un modelo teatral compatible con los códigos del teatro clásico español de los siglos XVII y XVIII, especialmente la costumbre napolitana de introducir intermedios de naturaleza cómica de un solo acto: el entremés, entre los actos de una obra, en el cual los personajes eran siempre sirvientes, granjeros, pastores, etc., que concluían su intervención con una danza.

Estas representaciones eran gestionadas e interpretadas por compañías italianas e incluso algunos empresarios españoles, crearon sus propias compañías teatrales, ofreciendo representaciones en castellano. Sin embargo, lo habitual fue que estas compañías atrajeran al público español, recuperando el modelo de la tradicional zarzuela barroca de carácter mitológico.

Cuando estos se sintieron incapaces de superar a los italianos en un espectáculo que estaba generalizado y asumido en toda Europa, buscaron otro camino: el del tradicionalismo, que resultó mucho más fructífero, no solo para los empresarios e interpretes sino también para el establecimiento de una nueva tradición en el teatro musical español, adaptando el modelo del entremés en un espectáculo musical por derecho propio: la tonadilla escénica.

Finalmente surgió una nueva zarzuela, de carácter así mismo popular, similar a la ópera cómica cuyos creadores fueron el compositor Antonio Rodríguez de Hita y el libretista Ramón de la Cruz. La “lucha” entre ópera y zarzuela estuvo presente a lo largo de todo el XVIII, y aún en el siglo XIX con el nacionalismo, fue motivo de disputas y controversias a favor y en contra de ellas.

En 1702 Felipe V (1683-1746), dos años después de ser coronado como Rey de España, salió para Italia (Nápoles y Milán) a combatir en las primeras batallas en contra de la gran coalición formada por Inglaterra y Austria, para disputarle el trono. Muy probablemente el Rey trajo de este viaje una compañía italiana que introdujo la ópera en España, esta fue la Compañía Real Italiana, conocida popularmente como de los Trufaldines. Un año antes el Rey se había casado con María Luisa de Saboya (1688-1714) y posteriormente, en 1714, se casaría con Isabel de Farnesio (1692-1766), a la sazón duquesa de Parma, ambas princesas italianas y notables promotoras de la música y los músicos napolitanos. No en vano la primera ópera en la Corte española fue Decio y Eraclea, producida para celebrar en primer aniversario del heredero don Luis, en 1708.

Francisco Bartoli, empresario de la compañía italiana, solicitó el alquiler de un corral en la calle de Alcalá, para dar representaciones, fundamentalmente de óperas en estilo napolitano, durando esta actividad entre 1709 y 1725, ellos estrenaron en España Il pomo d´oro para la más hermosa, en 1703. Tras la muerte de Bartoli, en fecha desconocida y bajo la influencia del Duque de Alberoni (1664-1752), se constituyó otra nueva compañía italiana con los restos de la primera, junto a actores de sólida reputación internacional[1], y después de varias ubicaciones para sus representaciones, tras una Orden[2] del Ayuntamiento madrileño, pasaron al teatro de los Caños del Peral (en el antiguo lavadero municipal) -el mismo que luego fue derribado para albergar el Teatro Real-, mientras las compañías españolas ocupaban el corral de la Cruz y el corral del Príncipe. Después de Alberoni, el Marqués de Scotti, secretario de Isabel de Farnesio, se convirtió en el nuevo protector, protegiendo -si cabe aún más-, a la compañía italiana, asegurando a los componentes de la compañía sus sueldos con presupuesto real.

Las últimas obras de los Trufaldines de que tenemos noticias son dos óperas italianas: L’interese schernito dal proprio inganno (1722) y Ottone in villa (1723). La primera, “capriccio boscareccio”, o capricho pastoril, ambas con música de Gioacchino Landi. Por su parte, a la nueva compañía italiana que surgió se le deben, entre 1738 y 1739, las representaciones de Demetrio, Il Demofoonte, L´Artaserse, Il Siroè, La clemenza di Tito, La fede n´tradimenti y Don Tabarano. Las óperas se caracterizaban por no hacer uso de los coros (si acaso un coro concertante de solistas) y por tener una notoria importancia la figura del castrati o de la prima donna. Desde el punto de vista de su estructura la ópera, de estilo napolitano, se basaba casi estrictamente en libretos metastasianos, dispuestos para ejecutarse en tres actos y varios cuadros, cada uno comprendido por una alternancia de recitativos y arias (da capo, generalmente), siendo musicalmente el modelo a seguir el compositor Alessandro Scarlatti (1660-1725).

Antes de la orden de Fernando VI (1713-1759), por la cual quedaban prohibidas todas las representaciones en España en 1755 (tras el terremoto de Lisboa), se producen dos hechos fundamentales para el desarrollo de la ópera española en el setecientos: la reforma del teatro de los Caños del Peral por el Marqués de Scotti, junto con dos producciones cortesanas para el Coliseo del Buen Retiro de Francesco Corselli[3]: Alssandro nelle Indie (1738) y Farnace (1739), inaugurando así la ópera comercial en España. Estos acontecimientos unidos a la llegada a la Corte -en agosto de 1737-, de Carlo Broschi "Farinelli" (1705-1782), enmarca la implantación definitiva, no solo de la ópera italiana, sino de las artes y la cultura italianas en general, en principio en Madrid, extendiéndose a otras capitales de provincia[4].

Con anterioridad en 1720, se representaron en el Coliseo del Buen Retiro, con una pompa singular, entre muchas otras[5], las óperas Las amazonas de España, con libreto de José de Cañizares (1676-1750) y música del violinista italiano Giacomo Facco. Era un encargo personal de la reina Isabel de Farnesio para celebrar el nacimiento del infante don Felipe. Se trata de una de las primeras óperas de estilo italiano verdaderamente españolas, ya que si bien la música era italiana, tanto el texto como la producción correspondieron a españoles. Cañizares, autor que había escrito los libretos de las zarzuelas que se habían representado en los años anteriores, fue el encargado de dramatizar una historia de tipo heroico (con evidentes influencias de Metastasio) tomada de Plutarco.

Es necesario detenernos, si quiera brevemente en la figura de "Farinelli": castrati[6] napolitano -discípulo de Porpora- de voz inigualable, famoso en Europa entera, quién vio a España a través del conde de Montijo, a petición de Isabel de Farnesio, para paliar las melancolías de Felipe V, quién tras oírlo le nombró su “criado personal”, llegando a tener una influencia sobre el monarca que solo utilizó para tres motivos (ninguno de ellos político): sanar al rey, difundir la ópera napolitana y proteger y proyectar a sus colegas italianos[7]. Su trabajo y poder en la corte continuó con Fernando VI y Bárbara de Braganza, hasta la llegada de Carlos III en 1759, año que abandonó Madrid para pasar sus últimos días en las afueras de Bolonia.

Con Carlos III (1716-1788), la ópera no se prodiga tanto, dadas las pocas inclinaciones musicales del monarca. Durante algunos años, sólo se dieron en Madrid representaciones operísticas en las casas particulares de embajadores y familias de la nobleza. Precisamente esta creciente afición aristocrática por el género, fue el motivo de que la Junta de Hospitales de Madrid solicitase, con fines benéficos, al rey el privilegio de organizar y dar funciones de ópera en su propio beneficio, en el teatro de los Caños del Peral -lo que autorizó en 1786- siendo monopolizado, desde los primeros años del reinado de Carlos IV (1748-1819), hasta finales de siglo por la compañía del célebre Domenico Rossi, quién puso en escena para el público madrileño óperas y ballets representados recientemente en Italia, Londres, París y Viena, siendo la primera Medonte, re di Epiro (1777) del compositor Giuseppe Sarti (1729-1802), seguidas de Cayo Mario de Domenico Cimarrosa (1749-1801) y I viaggiatori felici (ambas de 1780) de Pasquale Anfossi (1727-1797).

Con anterioridad el Conde de Aranda (1719-1798) aún en tiempos de Carlos III, había creado el teatro de los Reales Sitios, que iba a perdurar hasta 1777, cuya compañía estaba destinada a acompañar al rey en sus desplazamientos a El Escorial, La Granja, Aranjuez y El Pardo. Con este motivo se representaron entonces óperas, serenatas e intermedios, entre otros, de Piccinni, Conforto, Marescalchi, Galluppi, Jommelli, etc, etc.

La última década del siglo conoció una intensa actividad operística, a cargo de las compañías italianas, con los subsiguientes gastos desorbitados que suponían para el gobierno sus representaciones, hecho que acrecentó la fobia contra lo extranjero, llegándose a redactar una Real Orden en 1799, inspirada parece ser por Godoy -primer ministro de Carlos IV-, que estableció la finalización de sufragar los gastos operísticos por parte del Gobierno, con el consiguiente beneficio e igualdad de condiciones, para las piezas cantadas en español, por actores del país, sin otros bailes que los “propios y característicos de estos reinos”. A pesar de la gran influencia de la música Italia en todos los ámbitos -hecho que al tiempo ocurría en toda Europa con mayor o menor fuerza-, la actividad de los compositores y actores-cantantes españoles no cesó. Como compositores de ópera españoles podemos destacar a:

Sebastián Durón (1660-1716) con La guerra de los gigantes (1710), en donde por primera vez en la historia musical española aparece una obra con el nombre de “ópera”. En esta obra, el gran acierto de Durón es conseguir una gran variedad entre cada uno de los números musicales. Emplea tonadas, recitativos y ritornelos orquestales así como danzas.

Antonio Literes (1673-1747) es el sucesor de Durón, más italiano en su música, ya que convivió con los músicos en la Real Capilla. Su ópera Los Elementos (c. 1718) es denominada por él como “opera armónica al estilo italiano”, segunda vez que aparece el término “ópera” en España, quizás ambas piezas fueron denominadas así por ser sendos encargos de casas nobles. En Los Elementos, los personajes son el aire, el agua, el fuego, la tierra, el tiempo y la aurora, y la obra esta ensamblada a base de recitativos, arietas, dúos, partes a cuatro voces, a tres, coplas y estribillos.

José de Nebra (1702-1768) es un compositor fundamental para entender el desarrollo de la música teatral española en general y de la ópera y la zarzuela en particular en el siglo XVIII. Hasta el momento solo se han localizado cinco obras dramáticas suyas completas, el resto las conocemos de forma parcial. Entre ellas el “drama harmonica” Amor aumenta el valor, del que compuso el tercer acto, realizado para la corte en 1728, en colaboración Giacomo Facco y Filippo Falconi, a base de sucesiones regulares de recitativos y arias da capo y la inclusión de alguna danza española como la seguidilla, asociando lo culto y lo popular a personajes elevados y bajos. Otras óperas suyas de las mismas características son: De los encantos de Amor la música es el mayor (1725), con la que se inauguró el teatro del Príncipe, Venus y Adonis (1729), Más gloria es triunfar de sí: Adriano en Siria (1737) con la se inauguró el teatro de la Cruz, No todo indicio es verdad y Alexandro en Asia (1744) y Antes que zelos y amor, la piedad llama al valor y Achiles en Troya, (1747), entre otras casi exclusivamente bajo libretos de José Cañizares.

José Lidón (1748-1827), quién estrenó en 1792 en el teatro del Príncipe la ópera Glaura y Coriolano, libreto basado en las peripecias de la india Glaura, tomadas del gran poema heroico de Alonso de Ercilla: La Araucana. La obra, de estilo ecléctico, conjuga sin forzados el estilo nacional teniendo como soporte una amplia y detallada orquestación.

De los compositores italianos, en numerosas ocasiones en esta época, preferidos para la composición de todo tipo de géneros dramáticos -incluso de zarzuelas-, imponen su estilo e influencian a los compositores nacionales tanto en lo melódico como en lo formal. Destacamos a:

Giaccomo Facco (1676-1753), con óperas como Amor es todo imbención: Júpiter y Amphitrión (1721) y Amor aumenta el valor (1728), junto a Nebra y Falconi, de la que compuso la loa y el Primer acto, Antonio Duni (ca. 1700-1776), pero sobre todos el sucesor de Nebra: Francesco Coradini[8] (ca. 1700-1769) de origen napolitano -llegó a España en 1725, instalándose en Madrid en 1730-, tras haber triunfado como operista en Italia. fue sin duda el principal introductor y difusor del gusto italiano en España, al igual que los españoles en colaboración con Cañizares, compuso melodramas como Con amor no ay libertad (1731), Trajano en Dacia, y cumplir con amor, y honor (1735), Dar el ser hijo al padre (1736), El ser noble es obrar bien (1737), La Clicie (1739) y una larga lista de títulos caracterizados por su gran éxito en las carteleras madrileñas y del resto de España.

Tampoco debemos de olvidarnos de los compositores de ópera españoles que triunfaron en el extranjero, sin duda por la mayor tradición que la música dramática y la mejor condición social del compositor tenían en Europa. Estos compositores componen dentro de un estilo internacional, logrando fajarse de las estrecheces del limitado contexto español. Ellos son:

Domingo Terradellas (1713-1751) quién a la edad de veinticuatro años -en 1735-, ya se encontraba en Nápoles donde estudió con Francesco Durante (1684-1755), su obra fue conocida y valorada en toda Europa y América, siendo considerado como uno de los más importantes representantes de la escuela napolitana de mediados del siglo XVIII. Su primera ópera seria fue Astarto (1739), a la que siguió Gli intrighi dellà canterine (1740), ópera buffa y La Mérope (1743), seria nuevamente. También trabajó el pastiche en Annibale in Capua (1746), para volver a la ópera seria con Bellerofonte (1747), Didone abbandonata (1750), con libreto de Metastasio, y Sesostri, re d'Egitto (1751), entre otras.

Vicente Martín y Soler (1754-1806), destaca en la segunda mitad de siglo. Considerado en vida al mismo nivel que Mozart, Paisiello o Cimarrosa, se le conocía en Italia como “Martini lo Spagnuolo”, compuso más de treinta óperas, realizadas con los mejores libretistas del momento (Metastasio, Da Ponte), dentro de un estilo que se corresponde con el clasicismo vienés, alcanzando sus mayores éxitos con tres óperas buffas (dramma giocoso) con libreto de Da Ponte: Il burbero di buon cuore (1786), Una cosa rar ossia bellezza ed onestà[9] (1786) y L'arbore di Diana (1787).

Otros dos compositores con éxito internacional, evidentemente menor que los dos nombrados con anterioridad, ambos de padres españoles nacidos en Italia fueron: Manuel Rincón de Astorga[10] (1757-1860), nacido en Sicilia, quién compuso una sola ópera Dafni (1709) y David Pérez[11] (1711-1778), comparado en ocasiones con Jommelli y autor de al menos treinta y tres óperas, entre ellas La nemica amante (1735), Siroe (1740) o Solimano (1757).






Notas.




[1] Entre ellos el castrati Lorenzo Saletti, el tenor Annibal Pio Fabri y las sopranos Elisabetta Uttini, Maria Marta Monticelli y Giacinta Forcellini.
[2] Orden fechada en 7 de febrero de 1738, coincidiendo con las celebraciones del carnaval de ese año.
[3] También lo podemos encontrar como Courcelle o Corceli.
[4] También se celebraban representaciones operísticas en otras ciudades como: Barcelona, Valencia, Sevilla, Cádiz, entre otras.
[5] Entre otras: La cautela en la amistad de Francesco Corselli, Por amor y por lealtad y Amor, constancia y mujer ambas de Giovanni Bautista Mele, Dar el ser el hijo al padre y El ser noble es obrar bien, ambas con música de Coradini, Amor, constancia y mujer y La Casandra de Mateo de la Roca, El oráculo infalible, de Juan Sisi Maestre, etc.
[6] En España se llamó a los castrati “capones”.
[7] Además de los italianos ya establecidos en la corte, por indicación de Farinelli se hizo venir a los más famosos cantantes de Italia: el famoso sopranista Caffarelli y las tiples Victoria Tesi (La Moreta), Lucieta Fanchinelli (La Becheretta) y Ana Peruzzi (La Peruchiera), así hasta veintiocho divos, además de directores de orquesta, escenógrafos, tramoyistas, etc.
[8] También lo podemos encontrar como Corradini o Coradigni.
[9] Una cosa rara se estrenó seis meses después que Le nozze di Figaro de Mozart. Mientras que la obra de Mozart se representó únicamente en dos veces, la de Martín y Soler subió el telón en setenta y ocho ocasiones.
[10] También lo podemos encontrar como Emanuele Rincón d’Astorga.
[11] También lo podemos encontrar como Davide Pérez.

viernes, 4 de noviembre de 2011

LA MUJER DE LA SOMBRILLA

LA MUJER DE LA SOMBRILLA 
Claudio Cascales

La Mujer de la Sombrilla de Juan Cruz-Guevara, sobre texto de Francisco José Cortés es una ópera de cámara, en tres escenas, en la que todos sus elementos: la música (canto y música instrumental), lenguaje corporal (gesto, escenificación, movimiento y danza) y la imagen (escenografía, maquillaje así como recursos multimedia), todos ellos lenguajes per se con suficiente significación autónoma, se unen estrechamente para tratar un tema de candente actualidad: la enfermedad neurodegenerativa de alzhéimer, caracterizada por una progresiva pérdida de la memoria y de otras capacidades mentales a medida que las neuronas van muriendo en diferentes zonas del cerebro. Durante la acción se producen momentos analepsis o flashbacks que alteran la secuencia cronológica del presente, conectando momentos y espacios diferentes, trasladando la acción al pasado, recordando incongruentemente recuerdos de juventud, de amores, de su hijo, de sus libros… El tema es tratado de una manera sincera y sutil, dentro de una atmósfera ensoñadora en el contexto austero de una ópera de cámara, sus intérpretes son: una soprano (Olvido), un narrador (su memoria, su conciencia, su yo), varios figurantes, un grupo de cámara, premeditadamente reducido a cinco músicos, con flauta y flauta contralto (con un mismo ejecutante), saxos soprano, contralto y barítono (tocados por un mismo intérprete, quién a su vez hace las veces de director), percusión, acordeón y violonchelo que intervienen, así mismo, en la acción con movimientos en escena y la interpretación de textos recitados de manera cuasi aleatoria. 

La Escena primera (Luz azul) transcurre a primeras horas de la mañana en una playa desierta de Benidorm, en donde la protagonista: Olvido, una escritora, muestra ya comportamientos que nos hacen pensar en un estado mental en deterioro, con pensamientos incongruentes y falta de memoria, sin encontrar su sombrilla, su nevera, sus llaves, acogiéndose a sus libros, a sus recuerdos, que son sonorizados con alto contenido de notas alteradas, cromatismos, cluster. La metaliteratura en esta escena es uno de lo ejes en los que se basa el texto, ya que se hacen referencias explícitas constantes a grandes poetas de del siglo XX como Alfonsina Storni, Leonora Carrington, William Faulkner, Vladimir Maiakosvki, Silvia Plath, Reinaldo Arenas, Lezama Lima o Clara Janés, destacando un léxico meticuloso y extremadamente expresivo, creando una escena en la que los efectos tímbricos instrumentales son parte integrante del desarrollo de la acción, realizando todo tipo de metáforas sonoras (agua, llaves, tensiones, recuerdos, etc.). Tras un breve preludio instrumental narrador y protagonista presentan la escena para enlazar con la primera elegía “Yago y yo en el Malecón habanero…”. Un intenso recitado nos conduce a la segunda elegía “Ay Adonis, el amor es un cuerpo por cuya túnica suspira la noche…”, llegando al clímax de la escena donde se nos presenta una danza de la muerte, para concluir con una nana instrumental tonal (flauta y violonchelo) tras la frase: “Hay tiempo suficiente siempre que haya memoria…”, en ella Olvido recuerda fugazmente a su hijo. 

La Escena segunda (Luz blanca) transcurre en el mismo escenario solitario a mediodía, Olvido se nos presenta sola, desespera, llevando unas gafas de sol. En ella el mar es el principal protagonista, donde se alternan soliloquios y dúos vocales cantados y recitados con partes concertantes que dan criterio y unifican la acción, en la que la reflexión sobre los recuerdos de una vida se nos presentan distorsionados de la realidad, con alto contenido expresivo que va desde lo más tierno a lo más salvaje, desde lo más poético a los más desgarrador, esto permite al espectador trasladarse sin restricciones a diferentes mundos sonoros y virtuales, potenciados por la presencia de imágenes en el fondo de la escena. Allí se habla de un libro de “cierto éxito” escrito por Olvido titulado Infantes, este junto a Yago y su hijo están en el mar, están perdidos en su memoria. Así se llega a un nuevo lamento elegiaco “Ah! El mar…”, músicos y figurantes recitan acompañados de palmadas irregulares acentúan los momentos de locura, releer Infantes puede poner las cosas en su sitio indica el narrador, pero el poema ardió (“Fahrenheit 451...”), solo le queda “la mnemotecnia del mar…”, representado por bucles sonoros que nos dibujan el rubato de las olas. 

La Escena tercera (Luz naranja) el desenlace, se desarrolla en el dormitorio de un apartamento de Benidorm. Olvido en la cama, el narrador junto a ella, tras un preludio instrumental, más recuerdos desordenados, la niñez, la vida, la muerte…, saca un libro de la mesilla ¿es Infantes?... no, finalmente el sueño la vence…, el narrador recita su último poema “el vidrio roto del pájaro: la crisálida huera de la flor” que concluye “viene de lo solo, de la nada, del vacío”, siendo acompañado fúnebremente casi una procesión, hasta la nada del silencio absoluto, el sueño eterno de Olvido… 



En toda la obra se puede percibir una íntima unión entre música y texto, uniendo ambos lenguajes, muy distintos entre sí, en una percepción basada en el trabajo de la música a través de los iconos y del lenguaje que trabaja detalladamente los símbolos, sincretizando ambos y posibilitando una gran diversidad y variedad semiótica que nos recuerda desde el Pierrot lunaire de Schoenberg a Un re in escolto de Berio, pasando por La historia de un soldado de Stravinsky, La voix humaine de Poulenc o Words and Music de Feldman. La mujer de la sombrilla lejos de ser una ópera más trata, por su tema y sus características musicales y escénicas, de abrirse paso en el difícil mundo del panorama operístico actual, ya que la suma de todos sus elementos es mayor que la suma que cada agente es capaz de crear independientemente, en una suerte de sinergia dramático-musical, por lo que su valor estético se rentabilizará sobradamente a la hora de su inclusión en cualquier temporada de ópera, ciclo, festival o de manera extraordinaria, ya que las redes de simbiosis resultantes de todos su agentes, se alían de manera corporativa produciendo una fecundidad que se retroalimenta en cada compás de la obra, donde destaca por encima de todos los elementos el timbre, -como no podía ser de otra manera siendo su compositor Cruz-Guevara-, tratado de una manera meticulosa desde las posibilidades de la voz, el propio cuerpo humano, hasta los sonidos más sutiles y ocultos de los instrumentos, tallados como piedras preciosas, llevándolos en ocasiones hasta sus propios límites, donde la morfología sonora es llevada al extremo hasta la extenuación.

© Claudio Cascales 

 Catedrático de Música,  
Profesor Superior de Percusión,  Licenciado en Historia y Ciencias de la Música.

miércoles, 26 de octubre de 2011

PATRIMONIO MUSICAL DE LA REGION DE MURCIA





UNIDAD DIDÁCTICA 4
2º E.S.O.

PATRIMONIO MUSICAL
DE LA
REGIÓN DE MURCIA
© Claudio Cascales


1. EL FOLKLORE DE LA REGIÓN DE MURCIA

 1.1 Introducción

Existe en la Región de Murcia una gran variedad y riqueza  folklórica, de la que surgen cantos y bailes de origen antiquísimo, de un valor único y extraordinario debido fundamentalmente, a la a) gran herencia cultural que han dejado a lo largo de la historia todos los pueblos que han pasado por el sureste español –íberos, fenicios, griegos, cartagineses, romanos, visigodos, árabes, judíos…-, y al mismo tiempo, b) las fuertes influencias -andaluzas, manchegas y valencianas,- aun así, podemos asegurar que Murcia tiene su propia y definida personalidad, en cuanto a folklore musical se refiere.

 

1.2 Música Vocal (canciones)

 

PROFANAS

Los Cantos de Laboreo tienen una gran importancia por su relación con el trabajo que ejecutan los campesinos o “güertanos” en cada una de sus labores específicas, generalmente ser sector primario y secundario (Cantar “der “Labraor”, Cantos de Trilla). Se caracterizan por ser cantadas sin acompañamiento.

 

Las Canciones de Cuna o Nanas, de tradición sefardí, son cantadas por mujeres al recién nacido, estando sus letras dirigidas al niño para que este se duerma. Su ritmo es libre (sin compasear), sin acompañamiento.

 

La Canción Infantil, proviene por lo general de antiguos romances sefardíes, siendo en la actualidad muchas tomadas del territorio castellano, rimas, burlas, adivinanzas, suertes, juegos, dichos o refranes son las más comunes.

 

Los Cantes de Levante (o Cantes de las Minas): Cartageneras, Mineras, Murcianas, Levanticas; vienen generalmente del fandango, son cantes modales libres sin compás, con “toque” de guitarra. Entre los “cantaores” más conocidos de los cantes de levante podemos nombrar a Antonio Piñana (1913-1989) y Pencho Cros (1925-2007).

 

El Trovo es una manifestación de poesía popular improvisada muy extendida en la Región murciana. El trovo fue inventado por José María Marín. Entre los troveros más importantes podemos destacar al santomerano el “Tío” David Castejón (1892-1979), conocido como patriarca del trovo, al “Tío” Juan Rita (1912-2020), quién en 2018, a sus 106 años recibió la Medalla de Oro de la Región de Murcia, a el “Patiñero” (Patiño) y Pedro Cardoso (Sangonera la verde).


RELIGIOSAS Y PARALITÚRGICAS


La manifestación vocal religiosa más importante de toda la Región murciana son los Auroros con sus cantos por excelencia: Las Salves. Las salves de textura polifónica, son cantadas por un coro de hombres, con el único acompañamiento una campana, la cual rompe la monótona sonoridad de las voces. En 2012 fueron declarados Bien de Interés Cultural Inmaterial de la Región de Murcia.

 

En Santomera hubo dos importantes “Campanas” (o “Cuadrillas”, tal y como se las denominaba), una en el propio pueblo y la otra en el Siscar. Juntas obtuvieron en 1956 un meritorio sexto puesto en el Primer Gran Certamen de Campanas de Auroros, organizado en su día por la extinta Radio Juventud. Actualmente son las más conocidas las del Rosario y del Carmen de Rincón de Seca y la de Santa Cruz entre otras.

 

Los Aguilandos, también conocidas como: “Animeras” o “Pascuas”, se caracterizan por las improvisaciones de los Guiones (Troveros) de las cuadrillas, quienes repentizan sobre los más variados temas, donde no faltan las referencias a la Virgen, al Niño, a las autoridades o repasando los temas de actualidad, sin faltar los temas cotidianos y alusiones “picantes”.

 

Los Mayos es una antiquísima tradición pagana muy extendida en todo el mundo, donde se cantan la noche de 30 de abril para celebrar la llegada de la primavera. Posteriormente se convertirán en culto a la Virgen recibiendo el nombre de Las Cruces de Mayo.

 

1.3            Bailes y Danzas.

 

En la Región de Murcia encontramos, sin duda alguna, más variedad en sus BAILES Y DANZAS CANTADAS. Estas son: La Parranda es el baile más típico de estas tierras. Se derivan de las seguidillas con un ritmo muy vivo y de mucha animación para el movimiento. Es en la Sierra de Segura y en el Noreste donde tiene mayor arraigo.

 

La Seguidilla, venida desde los campos de Albacete, aporta gran variedad de estilos en la Región de Murcia. Tenemos como ejemplos las seguidillas de Abanilla y las Seguidillas del jo y ja. Las Malagueñas murcianas, aunque se distinguen de las que se bailan en Andalucía, presentan grandes afinidades con ellas, siendo un baile reposado. Emparentado con la malagueña, el Fandango es un baile traído a nuestra Región por las cuadrillas de segadores de Andalucía.


El Zángano es un baile popular murciano del siglo XVIII, el cual presenta cierta similitud con la malagueña y la jota.


La Jota toma en tierras murcianas su propio matiz y sabor. Parece, eso sí muy influenciada por aquellas de corte aragonés y con los cantes de la vecina Andalucía. Hay jotas extendidas por toda la Región: Huerta de Murcia, Lorca, Águilas, Totana, Cieza, Abanilla o Santomera.

 

Dentro de los BAILES INSTRUMENTALES encontramos los llamados “Bailes agarraos” o “De salón”, como Valses, Mazurcas, Polkas, Pasodobles, etc.

 

1.4 Música Instrumental.

 

Así mismo también encontramos música instrumental con grandes influencias de la marcha y de los bailes de salón. Entre ellas destacamos: las Marchas de Pascua de Aledo, Sones, Huesos y Zarangotines de la zona de Caravaca y Barranda y Pasacalles en Puerto Lumbreras.

 

1.5 Organología y Agrupaciones instrumentales.

 

Los instrumentos de nuestra Región se caracterizan por su brillante timbre en consonancia con nuestros cantos y bailes, propia de una idiosincrasia alegre y colorista.

 

a) Idiófonos. Las Postizas, los Platillos, la Castañeta, el Cántaro, el Raspador, las Campanillas y Colleron de cascabeles, la Carrasquilla y la Campana de Auroros.

 

b) Membranófonos. La Pandereta y el Pandero de piel de gato. Los tambores, de elaboración artesanal, son parte esencial en la Semana Santa de Mula y Moratalla con sus famosas Tamboradas, con sus Pánganas, consistentes en la “lucha” de dos tamboristas por demostrar quien aguanta más o quien toca mejor. También son característicos de estas fiestas religiosas los Tambores velados en Murcia capital.

 

c) Cordófonos. La Guitarra, el Guitarro, el Laúd, la Bandurria, el Violín, pero sin duda el instrumento más curioso de la Región de Murcia, es la Calabaza seca, hueca y alargada.

 

d) Aerófonos. Los instrumentos de este tipo no se dan mucho en nuestra Región, si bien destaca la Charamita (dulzaina), de doble lengüeta, -asociada a un tambor- y conocida especialmente en Caravaca, Bullas y Blanca como “El Tío de la pita”, siendo el más popular instrumentista el músico de Beniel, Antonio Morales Pallarés “El Nene”; el Clarinete y la Flauta travesera, los cuales se han hecho un hueco en muchas de las cuadrillas de la Región. También existe en la Región murciana un instrumento típico de metal, se trata de la Bocina de la Semana Santa murciana, las cuales las podemos encontrar en la procesión de los “Salzillos” todos los Viernes Santos, junto a los Tambores velados. La Caracola era un instrumento de comunicación que se utilizaba tanto para anunciar riadas como para otras actividades de tipo festivo.

Las Agrupaciones musicales en la Región de Murcia son: Las Rondallas también denominadas Parrandas, van generalmente asociadas a los coros y danzas (asociaciones dedicadas a la conservación y rescate del folklore murciano –conocidas, en muchas ocasiones como Peñas “güertanas”-). También destacan en nuestra Región, cada día con más fuerza la Cuadrilla. La cuadrilla consta de diez a quince músicos (guitarras,  laúd, etc., violín, clarinete e instrumentos de percusión), y un Trovero o Guion del aguilando. Las más afamadas son La cuadrilla de Aledo (con su guion, el Tio Juan Rita), la de Patiño, la de Puerto Lumbreras o la de Zarzadilla de Totana.


2 LA MÚSICA CLÁSICA EN LA REGIÓN DE MURCIA

 

La relación de la música clásica con la Región de Murcia se remonta a finales de la Edad Media, concretamente al siglo XIII con las Cantigas de Alfonso X el Sabio, donde las referencias a Murcia y sus alrededores son muchas, destacando sobre todas la Cantiga nº 169 (A que por nos), dedicada a la Virgen de la Arrixaca. De género paralitúrgico, en ellas podemos observar a través de sus miniaturas tanto la organología de la época, como la pacífica convivencia que en aquellos tiempos tenían en nuestra Región cristianos, musulmanes y judíos. Las Cantigas Nos 299 y 339 se refieren a Cartagena, así como otras dedicas a personajes ilustres de la época.

 

Ya en el Renacimiento podemos encontrar al compositor cartagenero Sebastián Raval (1550-1604), quién fue maestro de capilla de la Capilla Virreinal de Palermo y, aunque su obra está aún por estudiar, es autor de obras polifónicas religiosas, madrigales profanos y ricercares instrumentales.

 

Tendría que esperar nuestra Región al siglo XVIII para volver a tener un compositor de prestigio, se trató de Juan Oliver y Astorga (1733-1830), natural de Yecla, quién fue también un afamado virtuoso del violín, desarrollando su carrera en Nápoles, Alemania, Inglaterra y España. Está reconocido como el mejor compositor español del Pre-clasicismo.

 

En pleno Romanticismo la nómina de compositores murcianos crece, teniendo todos ellos una predilección por la música de salón instrumental y teatral. Entre podemos destacar a Acisclo Díaz (1837-1887), Antonio López Almagro (1839-1904), y el barítono Mariano Padilla y Ramos (1836-1906), pero sobre todos destaca la gran figura murciana del momento y quizás de todos los tiempos: Manuel Fernández Caballero (1835-1906), compositor de zarzuelas como El dúo de La africana (1893) y Gigantes y Cabezudos (1899).

 

Sin duda el compositor y musicólogo Mariano Soriano Fuertes (1817-1880), nacido en la capital es un imprescindible, si se quiere entender el origen de la zarzuela en nuestro país -Jeroma la castañera (1842), El tío Caniyitas (1849)-, fundador de la revista La Iberia musical y autor de Historia de la música española desde la llegada de los fenicios hasta el año de 1850 (1855), considerado el primer libro publicado sobre la historia de la música en España.

 

Otros compositores que vivieron entre finales del siglo XIX y principios del XX fueron: Ángel Mirete Sanz (1832-1888), Julián Calvo García (1835- 1898), organista de la catedral de Murcia y pionero recopilador del folklore murciano, Fernando Verdú Sánchez (1845-1919), Mariano García López (1835-1906), Adolfo Gascón Leante (1852-1937), el cartagenero Manuel Manrique de Lara (1863-1929), el murciano Pedro Muñoz Pedrera (1864-1925), Marcos Ortíz Martínez (1866-1950), y Miguel Marín (1867-1929), ambos nacidos en Totana, José Verdú (1878-1950), Emilio Ramírez (1878-1956), autor de zarzuelas, piezas sinfónicas y del Himno a Murcia (1922) -con letra del poeta y periodista Pedro Jara Carrillo (1876-1927)- [himno no oficial]-, José Yuste Costa (1873-1935), y David Templado Tornero (1881-1944), nacido en Abarán.

 

Hemos de reseñar aquí, en el segundo cuarto del siglo XX, a un grupo instrumental murciano, famoso en su tiempo en todo el mundo, obteniendo un éxito sin precedentes en París y toda América incluidos los Estados Unidos. Se trató del Cuarteto Aguilar, agrupación de cámara poco común, ya que se componía de laúdes y todos sus componentes eran hermanos -Ezequiel, José, Elisa y Francisco-.

 

En pleno siglo XX, los compositores murcianos apenas se mueven de nuestra Región, teniendo reconocimientos esporádicos fuera de ella, practicando todos ellos un nacionalismo regionalista. Entre ellos encontramos al lorquino Bartolomé Pérez Casas (1873-1956), una de las figuras más relevantes dentro del panorama musical español de mediados del siglo XX, donde despuntó como catedrático de armonía del Conservatorio Superior de Música de Madrid, brillante director de orquesta: fue el primer director de la Orquesta Nacional de España y espléndido compositor: autor del arreglo del Himno Nacional de España, que estuvo en vigor hasta 1997, destacando su conocida suite orquestal A mi tierra (1905).

 

Mención aparte merece la utilización de música y referentes murcianos por parte de diversos compositores no nacidos en nuestra Región, como Manuel de Falla (1876-1946), en sus Siete canciones populares españolas (1914), en las cuales utiliza tres tonadas populares murcianas: El paño moruno, Seguidilla murciana y Nana. Joaquín Nin (1879-1949) Vingt chants populaires espagnols (1923): Tonada del Conde Sol y Paño murciano, luego adaptadas para violín y piano y violonchello y piano, así como una de las Tres piezas para cuarteto de laúdes (1928): De Murcie, dedicadas al Cuarteto Aguilar. Y Joaquín Turina (1882-1949), quién escribió dos piezas para piano En los jardines de Murcia (Cuentos de España, 1918), y La Murciana Guapa (Mujeres españolas, 1933).

 

De la misma forma, Enrique Granados (1867-1916), con su ópera de ambiente murciano María del Carmen (1898), y Federico Chueca (1846-1908), y Francisco Alonso (1887-1948), con sendas zarzuelas como La alegría de la huerta (1900), y La Parranda (1928), siendo Antonio Álvarez Alonso (1867-1902), quién compuso en Cartagena el emblemático pasodoble Suspiros de España (1902).

 

Otro compositor a destacar sería Julián Santos (1908-1983), nacido en Jumilla, cuyo legado musical cuenta con más de cuatrocientas obras que incluyen: piezas sacras, marchas militares, operetas, pasodobles y, sobre todo, zarzuelas.

Ya en la segunda mitad del siglo, sin duda el músico murciano de más prestigio, a nivel incluso mundial, fue el concertista de guitarra Narciso Yepes (1927-1997), su reconocimiento vino por su introducción de novedosas técnicas interpretativas, con su guitarra de diez cuerdas, con las que superó muchas de las limitaciones técnicas del modelo tradicional especialmente para las transcripciones de música renacentista y barroca, haciéndose mundialmente famoso por su versión del llamado Romance anónimo, que René Clément incluyó en su película de 1952 Jeux interdits.

 

En menor medida podemos reseñar también al tenor nacido en Murcia Ginés Torrano (1929-2015), quién tras sus primeros pasos en el Orfeón Fernández Caballero y diversas actuaciones de solista en el Teatro Romea, se trasladó primero a Madrid y después a Milán, teniendo notables actuaciones dentro del repertorio operístico y de zarzuela. Finalmente realizó una extensa labor pedagógica como catedrático de canto, primero en el Conservatorio Superior de Música de Málaga y posteriormente en el de Murcia.

 

Otros compositores murcianos que podemos destacar son José Agüera (1893-1960), José Salas Alcaraz (1897-1974), Mario Medina (1908-2008), Manuel Massotti Littel (1915-1999), autor del famoso pasodoble Coplas murcianas, César Cánovas (1915-2010), el nacido en Orihuela Antón Roch (1916-1987), José Gómez Villa (1924-2001), Manuel Díaz Cano (1926-2007), al tiempo que fue un reconocido concertista de guitarra y después profesor, Antonio Salas Ortíz (1922-2006), Benito Lauret (1929-2005), Manuel Moreno Buendía (n. 1932), José Luis López García (n. 1933), Sebastián Sánchez Cañas (n. 1944), Emilio Molina (n. 1951), Miguel Franco y Salvador Martínez (ambos nacidos en 1962) o los compositores de bandas sonoras para películas Gregorio García Segura (1929-2003) o Roque Baños (n. 1968), ganador de ocho Premios Goya.

 

Siendo el compositor santomerano más importante hasta la fecha Ginés Abellán Alcaraz (n. 1942), quién tiene en su catálogo una gran cantidad de obras y métodos didácticos, así mismo es el autor de la música del Himno a Santomera (1965, haciéndose oficial en 1987), con letra de Antonio Prior García. En 1968 fundó Cuarteto de saxofones del Conservatorio de Murcia, primer cuarteto creado en España de estas características, en el que entre otros eran miembros, él mismo (saxofón soprano), otro santomerano, Manuel Montesinos Calderón (saxofón alto).

 

El patrimonio musical de la Región de Murcia no quedaría completo sino señaláramos, si quiera brevemente, los órganos repartidos por toda nuestra geografía, que son muchos y de mucha calidad, como el de la misma Catedral de Murcia (un Merklin-Schütze, de 1876), el de la iglesia de San Sebastián de Ricote (1743), el de la iglesia del de la Caridad de Cartagena (1845), entre otros. En Santomera contamos, en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, con un órgano datado del año 1926, recientemente restaurado en 2017.

 

3 EDUCACIÓN MUSICAL, ESPACIOS, FESTIVALES Y AGRUPACIONES DE LA REGIÓN DE MURCIA     

 

Hay en la Región de Murcia una amplia oferta musical educativa, desde todo tipo de escuelas y academias, tanto privadas como gestionadas por ayuntamientos y asociaciones músico-culturales, a conservatorios profesionales dependientes de la CARM: Murcia, Cartagena y Lorca; como municipales: los de Caravaca de la Cruz, Cieza, Jumilla, Molina de Segura y San Javier. Por su parte las enseñanzas superiores se concentran en el Conservatorio Superior de Música de Murcia Manuel Massotti Littel -desde 1918-, siendo en 1972 cuando obtuvo la categoría de superior.

 

Sin lugar a dudas el Auditorio y Centro de Congresos Víctor Villegas (1995), en la capital, es el espacio más destacado de nuestra Región, tanto por la cantidad como por la calidad de sus eventos concertísticos. Por él han pasado en los últimos veinte años los intérpretes más destacados del panorama nacional e internacional. En Cartagena más recientemente se ha inaugurado el Palacio y Centro de Congresos El Batel.

 

Le siguen una red de teatros en donde se programan los más diversos espectáculos, entre los cuales la música es uno de sus principales reclamos, como el Teatro Romea y Teatro Circo (Murcia), el Nuevo Teatro Circo (Cartagena), el Teatro Guerra (Lorca), etc. También contamos con otros espacios relacionados con la interpretación musical, como el Centro Párraga, el Museo Ramón Gaya o el Centro Cultural Los Molinos del Río (Murcia). Para eventos y conciertos multitudinarios se suelen utilizar plazas de toros, calles, plazas y parques, estadios y pabellones deportivos y diversos espacios abiertos convenientemente acondicionados y adaptados para ello. No podemos dejar de señalar algunas salas de conciertos como Gamma, REM, Garaje Beat Club o bares con una dilata historia relacionados con el jazz como La Puerta Falsa (en Murcia capital).


En Santomera contamos con numerosos espacios en los que se puede asistir a conciertos de diversa calidad, géneros musicales y aforo como son: el Auditorio Municipal Ginés Abellán y el Salón de Actos Municipal, Teatro del Siscar, la Iglesia Parroquial, Casa Grande y otros espacios al aire libre que se adaptan en infraestructuras para su normal (y legal) desarrollo.

 

En un lugar muy destacado ha de estar dentro de nuestro patrimonio musical, el Museo de la Música étnica de la pedanía caravaqueña de Barranda, en el cual se encuentra la colección de instrumentos tradicionales de ciento cuarenta y cinco países, de los cinco continentes, propiedad del etnomusicólogo y organólogo Carlos Blanco Fadol, destacando todos ellos por su exotismo, autenticidad y espectacularidad, haciendo de este espacio uno de los museos relacionados con el hecho musical más importantes de España.

Así mismo, existen en nuestra Región un gran elenco de Festivales dedicados a diversos estilos de música, de los cuales podemos presumir que son de los más importantes de España, en incluso alguno de ellos del mundo. De entre ellos podemos destacar los siguientes:

NOMBRE

GÉNERO

LOCALIDAD

 

MES

Festival Internacional de Orquestas de Jóvenes

Clásica (1982-2011)

Murcia

Marzo-Abril

WAR UP

Electrónica, alternativa e indie

Murcia

Mayo

La Mar de músicas

 

Música étnica

Cartagena

Julio-Agosto

Festival de las Tres Culturas

 

Música cristiana, judía y musulmana

Murcia

Mayo

Festival de teatro, música y danza

 

Clásica, Jazz, Rock, Pop, etc.

San Javier

Julio-Agosto

Festival de Jazz de San Javier

 

Jazz

San Javier

Julio

Festival Internacional del Cante de las Minas

 

Flamenco

La Unión

Agosto

La Fiesta de las cuadrillas

 

Música folklórica

Barranda

Enero

Entre las agrupaciones destaca sobre todas la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (OSRM), heredera de la antigua Orquesta Sinfónica de Murcia, que se fundó allá por el año 1934 y varias orquestas con menos medios pero con gran entusiasmo, como las ubicadas en Murcia, Cartagena, Jumilla o Caravaca, siempre asociadas a entidades educativas (escuelas, conservatorios o universidades), o sociedades musicales y/o culturales. Al tiempo que existen números grupos de cámara con desigual trayectoria y carrera, a veces efímera. También contamos en nuestra Región con la Orquesta de Jóvenes de la Región de Murcia (OJRM), creada en 1981, siendo por tanto la primera orquesta de jóvenes creada en España.

 

Un vez más y al amparo de sociedades culturales, hemos de señalar las numerosas bandas de música de nuestra Región, algunas de ellas de una gran calidad y repercusión incluso nacional. Prácticamente en cada ciudad, pueblo o pedanía, a lo largo de la Región de Murcia (con 36 agrupaciones asociadas a la Federación de Bandas de Música de Murcia), cuenta con una banda de música entre las que podemos destacar las de las pedanías de la capital: Beniaján, Cabezo de Torres y Guadalupe.

En Santomera tenemos constancia de tener banda de música desde 1880 aproximadamente, tras diferentes altibajos, ya en 1978 se fundó la Nueva Unión Musical, por iniciativa de Carmelo Molina López “El Farol”, siendo en la actualidad la Banda juvenil de la Asociación Músico-Cultural Euterpe (fundada en 1996), la que está realizando una meritoria labor en pro de la difusión del arte de la música entre los vecinos de nuestro pueblo.

 

Así mismo nuestra Región cuenta con una amplia historia de masas corales, abanderada por el Orfeón Fernández Caballero, desde 1933, contribuyendo de la misma manera otros creados más recientemente como la Coral Universitaria de Murcia, Coral Discantus, etc., en la capital, la Masa Coral Tomás Luis de Victoria de Cartagena, fundada en 1945, la Coral Bartolomé Pérez Casas en Lorca o la Coral Municipal Hims Mola o la Coral Kodaly de Molina de Segura.

 

4 WEBS MUSICALES DE INTERÉS DE LA REGIÓN DE MURCIA

 

www.regmurcia.com (Región de Murcia digital)

www.lafiestadelascuadrillas.com (Encuentro de cuadrillas de Barranda)

www.auroros.eu (Auroros de Murcia)

www.etnomurcia.com (Folklore murciano)

www.cantedelasminas.com (Festival del cante de las minas)

www.museomusicabarranda.com (Museo de la música étnica de Barranda)

www.csmmurcia.com (Conservatorio Superior de Música de Murcia)

www.auditoriomurcia.org (Auditorio de la Región de Murcia)

www.sinfonicaregiondemurcia.com (Orquesta Sinfónica de Murcia)

www.orfeonmurciano.org (Orfeón Fernández Caballero)

www.coraldiscantus.es (Coral Discantus)

www.murcia.es/murciatresculturas (Festival de las tres culturas)

www.um.es/fioj (Festival internacional de orquestas de jóvenes)

www.febandasrmurcia.com (Federación de bandas de música de Murcia)

www.euterpe.es (Asociación Músico-cultural Euterpe de Santomera)

www.jazz.sanjavier.es (Festival de jazz de San Javier)

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ACTIVIDAD DE LAS AGRUPACIONES DE MARIMBA MESOAMERICANAS EN ESPAÑA A TRAVÉS DE FUENTES BASADAS EN LA PRENSA HISTÓRICA DE LA ÉPOCA (1) (De...