CONTEXTUALIZACIÓN
DEL ARTÍCULO QUE REALIZÓ
ROBERT
SCHUMANN
A PROPOSITO
DE LOS PRELUDIOS OP. 28 DE
FRÉDÉRIC
CHOPIN.
Claudio Cascales
El objetivo
final de este artículo será la contextualización histórica, del artículo que
realizó Robert Schumann para el número 41 de la revista Neue Zeitschrift für Music, el 19 de noviembre 1839, que aparece en
la página número 91 de la edición crítica de realizó Thomas Higgins de los
Preludios op. 28 de Frédéric Chopin editados en 1973 por la editorial Norton.
En esta
edición, además de las partituras de los citados preludios, aparecen unos
antecedentes históricos, comentarios analíticos de musicólogos de reconocido
prestigio como el propio T. Higgins o G. Abraham, así como algunos puntos de
vista y comentarios de músicos que ejercieron la crítica musical como el propio
Schumann, Listz, de poetas como T.S. Eliot y escritores de la talla de M.
Proust y, la escritora G. Sand, así como F. Niecks músico y autor del libro Frederic Chopin as
a Man and Musician (1902). Finalmente,
la edición concluye con una bibliografía.
Así, pues,
trataremos de analizar las palabras de Schumann con respecto a la citada obra
de Chopin en relación al entorno de su realización, es decir, a finales de la
tercera década del siglo XIX. Para ello, realizaremos primero una aproximación
a Schumann y a la crítica musical del momento que nos ocupa, para abordar
posteriormente, un pequeño comentario a los Preludios, así como una breve referencia al sentir
y hacer musical de Chopin, para llegar finalmente a una conclusión evaluativa
donde ubicaremos en el tiempo dicho artículo relacionándolo con el entorno
musical del momento.
2. ROBERT SCHUMANN – LA CRÍTICA MUSICAL
La
crítica romántica realiza sus juicios de manera subjetiva, saltándose los cánones
establecidos por el espíritu analítico-compositivo de la segunda mitad del
siglo XVIII, dando a la música una concepción hedonista basada en el
sentimiento, en busca de explicar lo inefable, estableciendo para ello todo
tipo de relaciones retórico- musicales a través de la pintura, la arquitectura,
la escultura, pero sobre todas, de la poesía, lejos de cualquier lógica para
acceder directamente al corazón.
Robert
Schumann (1810-1856), es el ejemplo, de la mejor crítica romántica, con todos
sus defectos y virtudes. Nacido el mismo año que Chopin, su padre era un
librero de ciertas inquietudes literarias y artísticas, ambiente apropiado para
propiciar el desarrollo de su fina sensibilidad. Muy influenciado por Jen Paul
Richter y E.T.A. Hoffmann, Schumann es el prototipo del hombre y artista romántico
Fundó
en abril de 1834 la revista musical Neue
Zeitschrift für Musik de la que sería director durante
diez años. Esta revista era, por así decirlo, el órgano de expresión de la
Davidsbündler (“Cofradía de David”), especie de asociación cultural cuyos
miembros aspiraban a la busca de la verdad musical. En ella colaboraban siempre
bajo seudónimo músicos y escritores de la talla de Friedrich Wieck y, por su
puesto, el propio Schumann siempre bajo seudónimos (“Florestan”, apasionado,
intuitivo y vehemente, “Eusebius” joven y soñador y “Raro” más meditativo,
maduro y sereno).
Al
mismo tiempo su crítica musical tampoco está exenta de referencias
estrictamente musicales (forma y procedimientos compositivos), recordemos, por
ejemplo, los análisis rigurosos de la Sinfonía
fantástica de Berlioz, así como de otras muchas obras
de Beethoven, Schubert o Mendelssohn.
3. FRÉDRÉRIC CHOPIN. LOS 24 PRELUDIOS OPUS 28.
La obra
de Frédéric Chopin (1810-1849) está dedicada casi exclusivamente al piano,
prefiriendo mayormente las formas menores románticas o “piezas de carácter”
donde, ante todo, es un torrente de pura expresión e intimismo.
Estas
piezas breves se desarrollarán en base a un único material temático, planteando
un juego tonal libre, buscando casi siempre soluciones originales en el aspecto
modulatorio, encontrándose, en muchas ocasiones formando parte de una
colección, que a veces suele ser bastante amplia. De las muchas formas
existentes pueden destacar la Bagatela, el Capricho, el Nocturno, el Momento
musical, etc… y la que nos ocupa: el Preludio.
Sin
embargo, y al contrario que Schumann insistió en demostrar en analogía con su
propia obra y la de sus contemporáneos, la obra de Chopin es ajena a la
relación de carácter poético, literario o de otro tipo, ya que no existe ningún
documento o escrito que nos diga lo contrario. Los sobrenombres con los que hoy
conocemos a algunas de sus obras, son ajenos a su autor y solo obedecen al
carácter romántico de algunos famosos pianistas y críticos (especialmente
Schumann, como hemos apuntado anteriormente), que se empeñaron en interpretar
al músico polaco desde planteamientos extramusicales.
El
Preludio, como hemos comentado, es una pieza breve donde precisamente, su
brevedad, la construcción temática laxa y el carácter improvisatorio son sus
principales características. En un primer momento los Preludios, eran piezas
preliminares que establecían la tonalidad de una pieza de más extensión que
sonaría a continuación, cumpliendo al mismo tiempo la función de atraer la
atención del oyente. Posteriormente se agruparon en colecciones en cada uno de
los modos o tonalidades produciéndose a lo largo de la historia de la música
una larga tradición de ciclos de Preludios (Mudarra: Tientos, 1546, Frescobaldi:
Tocatas, 1615), destacando entre todos Das
Wholtemperirte Clavier (El Clave bien temperado) de J.S. Bach en dos volúmenes con sus 48 Preludios y Fugas en todas
las tonalidades.
En sus
Preludios Chopin pone de manifiesto su genio en todos los elementos musicales
que forma su propio estilo: el lirismo melódico, la sutileza armónica, el ritmo
sumamente flexible, la libertad formal, así como la exploración tímbrica del
instrumento.
La melodía chopiniana es de una gran
belleza lírica, rodeada de ornamentación basada en la técnica pianística a base
de escalas, arpegios, mordentes, cromatismos, etc… Sus frases musicales son
diseños sencillos, pero de una intensidad expresiva sublime.
Sin
duda el aspecto más importante de su originalidad
armónica (en su intento de potenciar
la intensidad expresiva), reside en
el empuje que dio a los procedimientos cromáticos disonantes y a las
modulaciones hacia territorios muy alejados rápidas y deslizantes por el empleo
de la 7ª disminuida. Los efectos armónicos nuevos son el resultado de combinar
apoyaturas o notas de paso con figuras melódicas de acompañamiento planteando
una primera parte de armonía larga que contrasta con una gran riqueza armónica
en la segunda parte de la misma.
La flexibilidad rítmica viene dada por la
utilización del rubato de dos maneras fundamentalmente: la primera se produce
cuando la mano que canta puede moverse con cierta libertad mientras que la
izquierda permanece invariable y la segunda es la alteración del tempo para
realizar ligeras fluctuaciones de movimiento, alejándose así de la rigidez
metronómica y dando cierto margen interpretativo.
Formalmente algunos
de los Preludios se acogen a alguna forma ya establecida (la forma ternaria,
aunque con mucha flexibilidad es la que más veces aparece), aunque la mayoría
de las veces son formas totalmente libres.
La
explotación y exploración tímbrica del
piano, tanto por su intimidad como por su brillantez, es otro de los
aspectos vitales en la música de Chopin en general y de manera muy especial en
los Preludios gracias a los avances técnicos que surgieron en su tiempo, hecho
este que posibilitó las matizaciones extremas, potenció los armónicos y
resonancias del instrumento y aumentó la utilización de prácticamente toda la
tesitura del instrumento.
4. CONCLUSIÓN-CONTEXTUALIZACIÓN.
El
momento de redacción del artículo de Schumann (1839), es una fecha en la cual
la crítica musical está en su punto más álgido. Esta crítica, en contraposición
con la de finales del siglo XVIII, intenta identificarse con la obra
describiendo las emociones que suscita y relacionándola con el mundo de las
artes en general y el de la poesía en particular.
Schumann
fue el prototipo romántico. En él convergen todas las características del
movimiento musical de su época, produciendo la perfecta simbiosis entre música
y poesía.
Sin
embargo, el mundo de Chopin no emerge de intenciones, poéticas, filosóficas o
de cualquier otra índole. Así, el empeño puesto Schumann en sumar para su causa
al polaco es en vano, ya que para él, la razón de ser de una pieza musical, ha
de estar motivada por factores externos de diversa índole (hecho este que
Chopin siempre rechazó), y que él intentó atribuirle. Incluso el culto y la
admiración por Bach de Chopin, se basada fundamentalmente por la técnica
interpretativa.
La
música de Chopin es, por tanto, en su contexto histórico del romanticismo
pleno, un hecho aislado en cuanto al germen de inspiración de sus
contemporáneos. En este sentido, su arte es absoluto en el sentido estricto de
la palabra, ya que permanece ajeno ante el pensamiento general de su época en
el que la música y la poesía están estrechamente vinculados.
Schumann
escribe sobre los Preludios
de Chopin rechazando el análisis técnico,
utilizando simplemente la pasión, el sentimiento y el deseo de manera excelente
y lúcida. Su crítica, alegre y entusiasta es un paradigma del pensamiento
musical que une la música y la palabra en pleno Romanticismo. Chopin, a su vez
y por el contrario, rechaza toda vinculación extramusical de su obra
convirtiéndose en otro paradigma, esta vez contrario, ajeno a la concepción
romántica del momento, orientando la concepción de su obra hacia la música
absoluta, es decir una música que esta libre de toda conexión explícita con un
referente, ya sea textual o de obra índole.
Claudio Cascales
5. BIBLIOGRAFÍA.
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música (Madrid: Alianza Editorial, 1985)
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BENEDETTO, R.: El
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