MODERNISMO.-
@ClaudioCascales
Se podría conceptuar brevemente el modernismo como un
movimiento artístico-cultural muy amplio, aparecido gradualmente en el
denominado fin de siècle, de renovación
manifiesta, multidisciplinar y cosmopolita (Europa e Iberoamérica), del academicismo,
el realismo, el figurativismo y el naturalismo artístico decimonónico.
El modernismo recibe e incluso se diferencia sutilmente según su procedencia: modernismo, art nouveau, sezession, jungenstile, floreale, modern
style, etc., conceptos que recogen el carácter de una nueva forma de entender
la cultura de manera novedosa, de ruptura, libre y con espíritu juvenil, sin
ataduras y sin referencias con el pasado.
El modernismo se caracterizó por ser poliédrico y
multidisciplinar: poesía, prosa, pintura, escultura, arquitectura, artes
decorativas (interiorismo y mobiliario urbano), orfebrería, música…, a través de recursos, temas y materiales como la naturaleza, la libertad, la intuición, asimetrías,
arabescos, sensualidad, erotismo, delicadeza, expresividad, etc., todos ellos
expresados a través de nuevos materiales morfológicos y sintácticos, trazos,
formas y colores, vidrio, metales forjados, cerámica, nuevas sonoridades verticales y horizontales sin
relación entre sí, distorsiones, polimetrías, etc.
Un vez entrado en el siglo XX, la Primera Guerra mundial significó
un antes y un después en la estética modernista, ya que a partir del conflicto
bélico, el movimiento se renueva y se revaloriza llegando a sus más altas cotas,
siendo a partir de la década de los 20’ cuando paulatinamente se irá
desvaneciendo y transformando en multitud de nuevas formas de expresión
experimentales y hedonistas que darán, tras la Segunda Guerra mundial, al panorama
artístico poliestilístico, multilingüistico y metaculturalidad, que se impondrá a
partir de la segunda mitad del siglo XX.
MODERNISMO
MUSICAL.-
Si
el Modernismo pretende romper con el academicismo, el realismo, etc.,
decimonónico, llegando de manera evidente a permear toda la cultura de fin de siècle, desde el arte decorativo,
a las artes plásticas y la arquitectura, pasando por la literatura y la música,
entre otras, en la música, aunque podemos encontrar rasgos en las obras de Debussy
Prelude a l’apres midi d’un faune (1892),
Schoenberg, Pelleas and Melisande (1903)
o Strauss Salomé (1905), la relación
del modernismo con la música no están sencilla.
Según
Reinhard Gerlach en su libro Musik und
Jugendstill in der Wiener Schule 1900-1908 (Laaber Verlag, Laaber 1985),
son tres los aspectos que pueden sintetizar el modernismo musical centro
europeo, siendo el primero lo sutil, lo intuitivo y lo infantil, el segundo el
movimiento sensual –a veces con gran carga erótica-, los arabescos y las líneas
curvas y sinuosas, siendo el tercer aspecto fundamental el intrínsecamente compositivo, valorando especialmente las texturas y la nueva
organización interválica, la sutileza tímbrica (a veces fragmentaria), todo
ello articulado en íntima relación con el texto que sirve de nexo formal y
expresivo a través de una lírica poética y narrativa que podemos ejemplificar
en las obras más significativas de los compositores de la llamada Escuela de
Viena como Verklärte Nacht (1899) de Schoenberg –sobre
un texto de Richard Dehmel- donde música y texto se complementan y se potencian
en un ambiente evocador, mágico, violento, dramático y en definitiva
hiperexpresivo.
El
modernismo musical es a su vez un concepto mucho más amplio y poliédrico en el
que tienen cabida multitud de aspectos estéticos y compositivos que van desde
el simbolismo francés, concretado musicalmente en el Impresionismo (fundamentalmente
de Debussy), con su emancipación del acorde, sus escalas modales y exóticas y
sus sonoridades más en función de su color que de su sintaxis, hasta las Vanguardias
históricas anti-tradicionalistas como el Futurismo, el Primitivismo, el
Microtonalismo, el Dadaismo o el Experimentalismo de compositores como Russolo,
Stravinsky, Varése, Duchamp, Habà, Ives, entre otros muchos.
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