martes, 4 de junio de 2013

IANNIS XENAKIS Alfa y Omega de la arquitectura de la música


IANNIS XENAKIS

Alfa y Omega de la arquitectura de la música
Claudio Cascales
 



1.  INTRODUCCIÓN

En el presente estudio nos ocuparemos de una de las figuras más, significativas, singulares e importantes en cuanto al desarrollo de la música europea de la segunda mitad del siglo XX: Nos referimos a la figura del grecofrancés Iannis Xenakis.

Su singularidad, como veremos pormenorizadamente a lo largo de este documento, se basa en su lenguaje personal, independiente de las modas imperantes tras la guerra, es decir el Serialismo integral y la Música aleatoria promovidas por casi en exclusiva por los cursos de Darmstadt, rechazando estos procedimientos compositivos por densos bloques sonoros, masas de glisandos, siempre desde una sonoridad altamente expresiva, siempre estructurados por principios matemáticos, consiguiendo así un lenguaje musical en el que la escucha se debe de abordar desde una prespectiva muy amplia y multidiciplinar en la que toman protagonismo antes que la melodía, la armonía o el ritmo –elementos tradicionalmente esenciales-, la textura, las masas, la densidad o el timbre.

2.  BREVE BIOGRAFÍA

Iannis Xenakis[1] nació junto al Danubio, en la localidad rumana de Braïla (Rumania) el 29 de mayo de 1922, en el seno de una familia de origen griego. A los diez años su familia se trasladó a Atenas y los dieciocho (en 1940), comienza sus estudios en la Universidad Politécnica de Atenas -al tiempo que comienza a interesarse por la cultura y filosofía de la Grecia antigua-, graduándose en Ingeniería en 1946.

Al margen de su brillante expediente académico, en el que sobresale por encima de sus compañeros, en la universidad Xenakis tiene una intensa actividad política afiliado al partido comunista, herido de gravedad en 1945 en la cara por un resto de metralla, perdió el ojo izquierdo, siendo incluso dando por muerto y lanzado a una fosa común. En 1951, tras la Guerra Civil que tuvo lugar en Grecia entre los años 1941 y 1950, un tribunal militar lo condena a muerte, aunque ya en 1947 consigue un pasaporte falso y embarca para París, vía Italia, donde establece su residencia definitivamente.

Ya en París entra a forma parte del equipo de trabajo –como ingeniero calculista- del prestigioso arquitecto suizo Le Corbusier (1887-1965), la gran figura de la arquitectura contemporánea de la época, con quién colabora en multitud de proyectos al tiempo que marca la trayectoria de su futura obra musical.

Desde muy corta edad Xenakis se interesa por la música, estudiando piano y composición antes de ir a la universidad, retomando su actividad musical ya en Paris una vez resuelve su situación financiera. En París estudiará desigualmente y con poco éxito entre otros con Arthur Honegger, Nadia Boulanger y Darius Milhaud, quién le proporciona una beca para ingresar como oyente en la mítica clase de análisis musical y estética de Olivier Messiaen en 1951. Ese mismo año contrae matrimonio con la poetisa también griega Françoise Xenakis.

En 1955 su vida dá un vuelco radical ya que su obra Metastaseis, su primera obra importante para orquesta, la cual fue seleccionada por el director de orquesta Hans Rosbaud para estrenarla en el Festival de Donaueschingen alcanzando reconocimiento internacional. Al tiempo que Hermann Scherchen le permite expresar en la revista Gravesaner Blätter sus ideas musicales, Pierre Schaeffer le acepta en el grupo de música concreta, que luego se convertirá en el Groupe de Recherces Musicales y conoce a Edgar Varèse, alcanzando finalmente una notoriedad tal, que finalmente le permitió dedicarse casi en  exclusiva a la composición.

Tras componer numerosas obras orquestales (Pithoprakta, 1956, Achorripsis,1957), realizadas con ordenador (ST/4 – 1,080262 y ST/48 – 1,240162,  entre 1956 y 1962), electrónicas (Diamorphoses, 1957, Concret PH, 1958) y estocásticas (Duel, 1959, Eonta, 1964), en 1966 fundó en París el Centre d'Études de Mathématique et Automatique Musicales (CEMAMU), diseñando en 1979 el llamado UPIC, un programa para la creación electrónica por gráficos con el que realizó numerosas obras y cursos.

Como veremos más adelante toda la música de Xenakis tiene una fuerte cohesión y contenido teórico habiendo, a lo largo de su vida, escrito numerosos artículos y ensayos sobre sus ideas musicales y técnicas compositivas, entre las de destacan Musiques Formelles (Música formalizada, 1963), posteriormente revisada, expandida y publicada en inglés como Formalized Music: Thought and Mathematics in Composition (1971), y nuevamente ampliada y revisada para la segunda y definitiva edición de 1990, siendo considerada una de las contribuciones más importantes a la teoría de la música.

La mañana del 4 de febrero de 2001, a los 78 años de edad, Iannis Xenakis murió en su casa de París tras padecer una larga enfermedad.

 
3.  ASPECTOS SONOROS, ESTILÍSTICOS, ANALÍTICOS Y ESTÉTICOS

En cada una de las obras o grupo de obras de Xenakis atiende a una respuesta a otros tantos interrogantes. Se puede decir que Xenakis pasa revista a toda la problemática de la investigación composicional desde el punto de vista estético, técnico, humano, social o científico, siendo toda su poética compositiva una elaboración de una teoría preliminar.

Si hay un procedimiento que sobresale e identifica la música de Xenakis por encima de todos, es su estructuración sobre una base matemática, tanto en la aplicación de cálculos manuales de fórmulas matemáticas (Estocástica) como realizadas con programa informático (Algorrítmica).

En su conjunto, podemos afirmar que la música de Xenakis nace de una concepción filosófica pitagórica en la que la matematicidad del número proporciona el mejor elemento cognoscitivo de la realidad musical y humana. Xenakis compone basándose en las teorías matemáticas de las probabilidades:

-       Leyes de probabilidad (Pithoprakta, 1956).

-       Distribución aleatoria de puntos en un plano (Diamorphoses, 1957)

-       Ley de la cadena de Markov (Analogique A y B, 1959).

-       Teorías del juego (Duel, 1959).

-       Teoría de conjuntos y álgebra booleana (Herma, 1961).

-       Distribución de Gauss (Atrés, 1962).

-       Teoría de grupos (Nomos alpha, 1966).

 

Aún así, Xenakis mantiene que: “la música tiene que dominar”; la matemática es solamente una herramienta y cuando traslada los cálculos a unas indicaciones musicales concretas, él los ajusta con propósitos puramente musicales siempre basados profundamente en las raíces de la Grecia antigua, hecho este que evocan la mayoría de los títulos de sus obras[2].

Otras de las señas de identidad de la música de Xenakis es la de la textura, ya que tanto los sonidos aislados como los bloques sonoros y cluster, son moldeados de una forma muy plástica, se podría decir que en movimiento, desplegándose, formando círculos, convergiendo y divergiendo, mezclados o separados, como si fueran gases, nubes o galaxias, la melodía en su obra no es importante no es de lo que trata la pieza, lo realmente importante en su música es el sonido en bloque.

La sonoridad que nos presenta una vez tras otra, tanto en la música instrumental como en la música vocal, es de naturaleza abstracta imaginaria y de gran carga simbólica, tal que además de transcender la hermeneútica del discurso musical, sobrepasa al mismo tiempo los límites de la escritura y las posibilidades instrumentales y vocales, siendo el resultado una sonoridad caracterizada por su fuerza interior, por su fidelidad a la naturaleza del sonido conduciendo al oyente por caminos inexplorados llevándole a un mundo sonoro único.

Melódicamente la música de xenakiana se basa en el concepto de criba. La criba se trata de una organización de alturas extensible a la armonía tanto horizontal como vertical y básicamente se podría resumir que, por regla general la criba sobrepasa el ámbito de la octava convencional llegando a obtener escalas de 29 o más notas, procediendo su división por cuartos o sextos de tono, incluso ha llegado a construir instrumentos afinados ad doc.

El ritmo en la música de Xenakis oscila, desde la más absoluta sencillez y regularidad, con grandes momentos ingrávidos o estáticos, a la más brutal complejidad, con multitud de complejas figuras rítmicas irregulares, polirrítmias, etc., muchas veces desarrollado a través de una transformación progresiva de forma que pase de un estado de inmovilidad, a una bacanal rítmica que siempre concluye con el punto climático de la obra.

En cuanto al perfil tímbrico de esas masas sonoras, además de las diferentes mixturas de las sonoridades instrumentales y vocales, encontramos grandes fragmentos e incluso partes enteras compactas a base de glisandos, pizzicatos, staccato, golpes de arco y otras formas de producción del sonido no convencionales que le dan una expresión añadida al discurso.

Por el contrario si es necesario, también puede conseguir grandes logros con obras para pequeños grupos o solistas como Herma (1961), para piano, Nomos alpha (1966), para violochello o Pshappa (1975), para percusión, en donde siempre pone a prueba la capacidad virtuosística del intérprete, en donde el sonido individual refleja el deseo de liberar la propia voluntad de expresión como individuo al tiempo que se consigue captar la máxima atención por parte del oyente.

La espacialidad (y los espectáculos de luz y sonido) -como no podría ser de otra manera en un arquitecto-, es otro de los aspectos con los que el compositor trabaja para envolver y atrapar al oyente, casi siempre ubicando la los intérpretes en círculo con respecto al público, en un especie de analogía con aceleradores de partículas, creando una bacanal de posibilidades direccionales en cuanto a la fuente de sonido, con todo tipo de efectos como aceleraciones, ecos, pregunta-respuesta consiguiendo realizar una verdadera cúpula sonora, en la que el espectador queda atrapado, se siente partícipe y disfruta desde dentro del discurso multidimensional, multisensorial…

La notación de Xenakis es así mismo muy característica ya que se puede decir que en muchos casos es un reflejo de deformación profesional, ya que anota la música aplicando la misma lógica que al proyecto arquitectónico. En muchas ocasiones su partitura está escrita en papel milimetrado o cuadriculado, aunque también puede recurrir al pentagrama tradicional, la notación lineal –casi siempre para los instrumentos de sonido indeterminado-, la notación simbólica y incluso la combinación de cada todas ellas, es decir, mixta. Muchas veces debido a su particular punto de partida en cada una de sus obras el compositor indica, a través de una leyenda al principio de cada obra, una explicación sobre las grafías utilizadas a lo largo de la partitura.

 4.  OBRAS MÁS REPRESENTATIVAS

Metastaseis (1953-54).- Se estrenó en el Festival de Donaueschingen bajo la dirección de Hans Rosbaud, para 61 instrumentistas, cada uno con su parte. La obra se caracteriza por el empleo sistemático de glisandos en las cuerdas, cuyos trazados están calculados individualmente. Estos glisandos crean espacios sonoros de evolución contínua, comparados a las superfícies y volúmenes, siendo las estructuras de intervalos, duraciones, dinámicas y timbres extraídas del diseño del Pabellón Philips para la Exposición Universal de Bruselas de 1958.

Pithoprakta (1955-56).- Para orquesta, se estrenó en Munich a cargo de Hermann Scherchen, dentro de los conciertos organizados por la sociedad Música Viva. Está considerada como la obra más importante en toda la carrera del autor y se basa en la progresiva evolución de un sonido, que se inicia en el ruido, al que progresivamente se van integrando sonidos afinados, hasta llegar a una masa de sonido puro en una suerte de caledoscopio sonoro, sin parangón haste ese momento en la historia de la música.

ST/4-1 080262 (1956-62).- Como su nombre indica literalmente: Composición estocástica para cuatro instrumentos –violín, viola, violonchello y contrabajo-, 1ª versión realizada el 8 de febrero de 1962. Siendo su particularidad más significativa es que está completamente arreglada y calculada por ordenador, en concreto el IBM 7090, y forma parte de un ciclo de composiciones de iguales características aunque de diferente formato, como Morsina-Amorsina, ST/4, 2-030762 (1956-62) para trío de cuerdas con piano y Atrées, ST/10, 3-060962 (1958-62)  para 10 instrumentos. Todo efecto tímbrico, es decir, el glissando, el uso de pizzicato, su duración y su inclinación, cada voz instrumental y demás elementos sonoros son producto del cálculo de la computadora y a decir verdad la primera impresión que recibe el oyente resulta bastante fría. Pero debo apuntar que esta pieza concreta pertenece al periodo temprano y experimental de Xenakis.

Herma (1961).- Para piano, aunque estrenada en Tokio, fue los Domaine musical parisinos de Pierre Boulez y de la mano del pianista Georges Pludelmarcher, donde se dio verdaderamente a conocer. Compuesta estocásticamente, nos encontramos ante una de las más expresivas y bellas obras de Xenakis. Una primera audición bastará para comprender la enorme complejidad a que se enfrenta un intérprete ante singular trabajo. Los tonos se dividen en cuatro partes, y cada parte, cada aparición de un tono está calculada por un ordenador en virtud a las leyes de probabilidades. La primera clase tonal corresponde a los conocidos tonos de teclado, pero las otras tres clases restantes se definen por su estrecha relación con la noción de nebulae, a saber, una oposición con el estilo serial y lineal, con el efecto del pedal y sin pedal. Cada uno de ellos con su negación, con sonidos complementarios no contenidos.

Nomos Alpha (1966).-. Para violonchelo, estrenada vez en Bremen por Siedfrich Palm, es sin duda la piedra angular de las composiciones para violonchelo creadas por Xenakis y reúne todos los elementos teóricos que caracterizaban la música estocástica. En esta obra se explota el espectro sonoro del violonchelo, aportando novedosos esquemas compositivos y tímbricos. Nomos Alpha cuenta con la particularidad de que una audición con dos intérpretes distintos, siempre será diferente. Esto es debido a que nunca ningún músico pude tener un control real sobre los efectos sonoros que colman la pieza. Análogamente con la arquitectura, correspondería a observar un mismo objeto desde diferentes ángulos. El uso del vibratto, los rapidísimos glisandos y fluctuaciones microtonales en un mismo compás, dotan a Nomos Alpha de  una enorme expresividad y fuerza. Su aparición supuso una toda revolución en el mundo de este instrumento, no en vano el título hace referencia a “ley” o “norma” (en referencia al matemático griego Aristoxeno) y “special melody”, debido al carácter propio de la obra.

Nuits (1967-68).- Escrita para 12 voces mixtas sin texto, se estrenó en el Festival de Royan por los solistas de la Orquesta de la Radio Televisión Francesa bajo la dirección de Marcel Courand. Nuits es un canto de exaltación a aquellos que murieron por sus ideales, un canto póstumo y elegiaco. Xenakis utiliza la voz como instrumento, sin tener que un texto en el que apoyarse, el compositor recurre al concurso de los fonemas, especialmente las consonantes, utilizando a su vez las posibilidades de la voz humana y sus recursos de la cavidad vocal, la garganta, la faringe, la glotis y las cuerdas vocales.

Persephassa (1969).- Para seis percusionistas distribuidos en círculo con el público en el centro, esta pieza estrenada por los Percusionistas de Strasburgo en el marco del Shiraz-Persepolis Festival of Arts, en la que el compositor exige una gran cantidad de productores de sonidos indeterminados, tanto musicales (tambores, platillos, wood block, gongs, etc.) como no musicales (maderas, hierros, piedras), en el que la repetición de patrones rítmicos de todo tipo (regulares, artificiales, polirrítmicos, homogéneos y heterogéneos) son la base de un juego sonoro-espacial en la que el público se ve inmerso, con cantidad de efectos multi-tímbricos, rítmicos, estereofónicos y envolventes con predilección por el culto a la intensidad, el bruitismo y el primitivismo, con la que el autor quiere hacer revivir la experiencia de estar en una fosa común, desauciado, moribundo mientras un ataque de morteros no cesa en plena ballata.

 

5.  OTRAS OBRAS SIGNIFICATIVAS

 

·         Achorripsis.- para 21 instrumentos (1956-57)

 

·         ST/48 – 1,240162.- para orquesta (1956-62)

 

·         Oresteïa.- cantata sobre textos de Esquilo para coro infantil, coro mixto y conjunto instrumental (1965-66, revisada en 1987)

 

·         Nomos Gamma.- para orquesta con disposición entre el público (1967-68)

 

·         Persepolis.- para cinta magnética de 8 canales y luz (1972)

 

·         Psappha.- para percusionista solo (1975)

 

·         Pleiades.- para 6 percusionistas (1979)

 

·         Jalons.- para conjunto instrumental (1985)

 

·         O-Mega.- para percusión y ensemble (1997)

 

6.  CONCLUSIÓN EVALUATIVA

En Xenakis encontramos, sin duda, un músico que se ha ganado por derecho propio un lugar en la historia de la música consiguiendo un estilo teórico y sonoro único, con una praxis en la auna y converge elementos científicos (estocástica y algorrítmica), técnicos (gran conocimiento de procedimientos compositivos de factura impecable) y filosóficos (especulación pitagórica y platónica).

Y es precisamente ese aspecto conciliador entre ciencia, técnica y humanidad, a partir del doble proyecto vocacional de música y arquitectura, es donde los sonidos se materializan en de la mano de un compositor de grandes conocimientos que se esfuerza por revitalizar y regenerar la música en pleno siglo XX, desde una fuerza interior en la que el equilibrio arte y ciencia provoquen una suerte de sinergia musical que hacen de su música una de bella factura sobre una base teórica empírica, pero ante todo radicalmente distinta a cualquier otra.




[1] También podemos encontrar su nombre en la forma francesa Yannis Xénakis.
 
[2] Muchos de los títulos de sus obras aluden a mitos o hechos culturales de la antigua Grecia, algo que parece conciliar perfectamente con su música “fuera de tiempo” y su formulación abstracta.







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