sábado, 11 de abril de 2020

LA MÚSICA CINEMATOGRÁFICA EN EUROPA EN EL SIGLO XX



LA MÚSICA CINEMATOGRÁFICA EN EUROPA


En los años anteriores a la década de los 50’ del siglo XX, hemos de destacar en primer lugar a la Unión Soviética (U.R.S.S.). En este país, el cine es un arte de interés nacional debido su gran utilización política como medio de propaganda del régimen comunista, en la que destaca el mítico director Serguéi Eisenstein (1898-1948). Así, tenemos música para cine de grandes compositores como Dimitri Shostakovich (1906-1975), Contraplano (1932), Sergei Prokofiev (1891-1953), Alexandr Nevski (1939) –que después se convertiría en la Cantata op. 78-,  o Aram Katchaturian (1903-1978), La cuestión rusa (1947).

Inglaterra en las décadas de los 40’ y 50’, aporta composiciones con influencia clásica, ya que los músicos británicos poseen una sólida formación musical e instrumental y desarrollan una carrera paralela como “músicos serios”. Podemos mencionar entre otros a William Walton (1902-1983), con películas sobre todo de género histórico como Enrique V (1946), Arnold Bax (1883-1953), Oliver Twist (1948), Brian Easdale (1909-1995), Las zapatillas rojas (1948) o Malcom Arnold (1921-2006), Puente sobre el rio Kwai (1957) -en la que destaca la famosa Marcha del coronel Bogey-.

Ya en la década de los 60’, se pretenden sustituir las fórmulas tradicionales por otros planteamientos más actuales tanto en el aspecto formal como conceptual. Destacan John Addison (1920-1998), que trabaja para Hitchcock (Cortina rasgada, 1966), y obtiene un Óscar con Tom Jones (1963), Richard Rodney Bennett (1936-2012), Asesinato en el Orient Express (1977), Stanley Meyers (1940-1993), El cazador (1979). Mención especial merece John Barry (1933-2011), sin duda el más popular de los compositores ingleses, haciendo toda la música de la serie James Bond, cuya primera película fue Agente 007 contra el Dr. No, de 1962 (con música al estilo Mancini), otras películas suyas son Nacida libre (1966), Memorias de África (1985), siendo su último trabajo reseñable Bailando con lobos (1990).

Posteriormente en los 80’ y 90’ los compositores ingleses se alían con el nuevo sinfonismo de Williams -que lo impregna casi todo-, con Carl Davis (n. 1936) en títulos como La mujer del teniente francés (1981), Trevor Jones (n. 1949), El último mohicano (1992). También compone música para cine dentro de su estilo New age mezclado con tintes minimalistas Michael Nyman (n. 1944), El piano (1995). Otros son: George Fenton (n. 1950), Las amistades peligrosas (1988) o Patrick Doyle (n. 1953), Sentido y sensibilidad (1995).

En Italia surge inmediatamente tras la Segunda Guerra Mundial el llamado Neorrealismo, que pretende ofrecer una crónica de la vida real. Sus compositores emplean los medios clásicos como medio para comunicar esa realidad: música sencilla, directa, expresiva y funcional ignorando a propósito las novedades exteriores. Destaca Alessandro Cicognini (1906-1995), El ladrón de bicicletas (1948) y su obra maestra Locuras de amor (1955), Renzo Rosellini (1908-1973), Roma città aperta (1945) y Mario Nascimbene (1913-2002), One millón years B.C. (1966).

Mención aparte merece Nino Rota (1911-1979), quien posee un gran prestigio como autor clásico  (sinfonías, cuartetos de cuerda, óperas, ballet, etc.). Su música para cine se caracteriza por su rango popular inspirada en el folklore italiano, criterios armónicos sencillos y dominio del contrapunto. Rota trabajó los más prestigiosos directores del momento como Federico Fellini (1920-1993), en películas como La Dolce vita (1959) o Amarcord (1973), Luchino Visconti (1906-1976), Il Gattopardo (1963) o Franco Zeffirelli (n. 1932), La fierecilla domada (1966). Particular reconocimiento y éxito obtuvo, ya en los 70’ con su banda sonora para la trilogía El Padrino (1972-74-90), de Francis Ford Coppola (n. 1939).

Durante la década de los 60’ hay en Italia un gran número de músicos de varias tendencias destacando, sobre todos Ennio Morricone (n. 1928), creador del sonido llamado “spaguetti western”, caracterizado por el uso de melodías atonales, su variedad instrumental (silbidos, guitarra eléctrica, sintetizadores, etc.), y por la importancia que le concede a la voz humana. Trabaja con directores como Pier Paolo Pasolini (1922-1975), Sergio Leone (1929-1989) o Bernardo Bertolucci (n. 1941). Ha compuesto la música de una gran cantidad de películas como la trilogía denominada “del dólar”: Por un puñado de dólares (1964), La Muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), aunque su mejor trabajo para el cine ha sido la banda sonora de La Misión (1986), siendo otras películas suyas La Cosa (John Carpenter, 1982), Cinema Paraíso (Giuseppe Tornatore, 1988), Los intocables de Elliot Ness (Brian de Palma, 1987) o Átame (Pedro Almodóvar, 1990), siendo su última películas reseñable Django desencadenado (Quentin Tarantino, 2012).
En Francia, a parte de los compositores clásicos consagrados como Arthur Honegger (1892-1955) o Darius Milhaud (1892-1974), en la primera mitad del siglo XX, aparecen ya en la segunda mitad de siglo, los primeros compositores dedicados en exclusiva a la música de cine como Georges Delerue (1925-1992), Chacal (1974), Antonie Duhamel (1925), Besos robados (1968), siendo el pionero de todos Maurice Jaubert (1900-1940), 14 de julio (René Clair, 1933). A partir de los años 60’ emerge la figura de Maurice Jarre (1924-2009), al que se le abren las puertas del cine americano gracias a Lawrence de Arabia (1962), Doctor Zhivago (1965), Pasaje a la India (1984), Gorilas en la Niebla (1988), o Ghost (1990).

En la Década de  los 70’ y 80’ sobresalen el oscarizado en 1970 Francis Lai (n. 1932), que demuestra un gran interés por los sintetizadores y timbres electrónicos cercanos a la música pop, triunfando en Estados Unidos con Love story (1970) y en menor medida Philippe Sarde (n. 1945) con El oso (1988) o La caja de música (1989). Ya en los 90’ encontramos a Jean-Claude Petit (n. 1943), Cyrano de Bergerac (1990), Eric Serra (n. 1959), El gran azul (1988) y al franco-libanés Gabriel Yared (n. 1949), El paciente inglés (1996).

En España tras la Guerra Civil surge una corriente afín al Régimen con un tipo de cine histórico, patriótico y propagandístico, con directores como Juan Antonio Barden (1922-2002) y Luis García Berlanga (1921-2010). Son compositores de esta época Jesús García Leoz (1904-53), Balarrasa (1950), Surcos (1951) y Bienvenido Mr. Marshall (1952), Juan Quintero (1903-1980), El último cuplé (1957), Manuel Parada (1911-1973), compositor oficial del régimen franquista[1], con Raza (1941), Los últimos de Filipinas (1945) o Fray escoba (1961), y Miguel Asins Arbó (1918-1996), El verdugo (1962), entre otros.

Poco a poco la férrea censura se fue suavizando, lo que facilitó el nacimiento del “nuevo cine español”. De entre todos los compositores podemos mencionar a Luis de Pablo (n. 1930), Los desafíos (1969) y El espíritu de la colmena (1973), ambas del director Víctor Erice (n. 1940) y Antón García Abril[2] (n. 1933), Sor Citroen (1967), El Crimen de Cuenca (1978), o Los Santos Inocentes (1984), -y su famosa música para la serie de televisión El hombre y la tierra (1974)- y Carmelo Bernaola[3] (1929-2002), con su obra maestra Pasodoble (1988), como “compositores serios”, frente a una serie de compositores venidos de otras tendencias, con una música ligera y muy comercial, que van desde Alfonso Santisteban (n. 1943), hasta el cartagenero Gregorio García Segura (1929-2003), pasando por Augusto Algueró (1934-1911) o Adolfo Waitzman (1930-1998).

Desde entonces, en nuestro país han aparecido no pocos compositores nuevos y cada vez más especializados. Cabe mencionar a José Nieto (n. 1942), El bosque animado (1987), Amanece que no es poco (1989), Días contados (1994), La pasión turca (1994), El perro del hortelano (1996) y Carmen (2003) y a Alejandro Massó (n. 1943) con Remando al viento, El dorado (ambas de 1988), y ¡Ay Carmela! (1989). Bernardo Bonezzi (1964-2012), ha compuesto una cantidad ingente de bandas sonoras en un espacio de tiempo muy breve, sustentándose casi siempre en temas sencillos y retentivos, al menos hasta inicios de la década de los 90’, cuando comenzó una nueva fase en su carrera con obras mucho más elaboradas. Entre otras, ha compuesto Laberinto de pasiones (1982), Que hecho yo para merecer esto (1984), Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), Boca a boca (1995), Entre las piernas (1999) o Sin noticias de Dios (2001).

Ya en la década de los 90’ y con el nuevo milenio, cabe citar en nuestro país a Alberto Iglesias (n. 1955), quien ha trabajado sobre todo con los prestigiosos directores Julio Meden y Pedro Almodóvar, con varios Premios Goya y nominaciones a los Óscar, como Tierra (1996) Los amantes del círculo polar (1998), Todo sobre mi madre (1999), El jardinero fiel (2005) y La piel que habito (2011), y el murciano, de Jumilla Roque Baños (n. 1968), caracterizándose su música por la facilidad con la que aborda una gran variedad estilística y también por su versatilidad como creador de eficientes melodías, que cumplen una función dramática de primer orden en el contexto argumental de las películas, siendo los resultados obtenidos casi siempre brillantes. Entre su obra destacamos: Carreteras secundarias (1997), Torrente, el brazo tonto de la ley (1998), Goya en Burdeos (1999), Alatriste (2007) y Celda 211 (2009) o El niño (2014).

Mención aparte merece también Alejandro Amenábar (n. 1972), en su triple condición de compositor, guionista y director de sus films Tesis (1996), Abre los ojos (1997), Los otros (2001) y Mar adentro (2004), siempre en colaboración con Mariano Martín (n. 1959). Por último destacar a Fernando Velázquez (n. 1976) autor de la banda sonora de Lo imposible (2012), de Juan Antonio Bayona, el cual ya está comenzado a ser un habitual de las películas de una nueva generación de directores españoles que sin complejos compiten con el mismísimo cine comercial norteamericano, otras de sus películas son El orfanato (2007), Los ojos de Julia (2010), y Ocho apellidos vascos (2014).







[1] Tanto que es el compositor de la música del NO-DO (acrónimo de Noticiarios y Documentales), que se proyectaba por ley en todos los cines españoles antes de las películas desde 1942 hasta 1981, convirtiéndose en una de las vías más características de adoctrinamiento y propaganda durante la dictadura franquista.
[2] García Abril también ha adquirido gran notoriedad gracias a realizar también numerosas series de televisión como El hombre y la tierra (1974) o Anillos de oro (1983).
[3] También ha logrado éxitos dentro del mundo de los programas y series de televisión como La clave (1976) y Verano azul (1981).

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