miércoles, 20 de enero de 2021

LA PERCUSIÓN EN EL JAZZ

 

LA PERCUSIÓN EN EL JAZZ

@ClaudioCascales

(artículo realizado en 1998, revisado en 2020)

 

Hasta finales de los años 30’ del siglo pasado, los instrumentos de percusión solían ser instrumentos laterales para los baterías, siendo estos de origen oriental (tambores y platos chinos), en la mayoría de los casos, creando así una curiosa paradoja: la música que ahonda sus raíces en el continente africano, prácticamente carecía instrumentos de percusión, sin duda los grandes protagonistas del ritmo. Fue, a partir de la era del swing, cuando comenzaron a despertar interés algunas danzas latinoamericanas como la rumba, la cumbia, el bolero o el cha-cha-chá, entre otros.

 

Al principio los percusionistas de las big bands, casi todos norteamericanos, se limitaban a marcar el ritmo, adoleciendo de falta de creatividad originada, por su desconocimiento, tanto de la esencia de la música latina como de su propia técnica instrumental y sus posibilidades tímbricas.

 

El padre de todos los percusionistas de la historia del jazz fue el cubano Chano Pozo (1915-1948), quién, en la segunda mitad de la década de los años 40', en pleno auge del be bop, incorporó los ritmos cubanos en el combo de Dizzy Gillespie(1917-1993), convirtiéndose en el precursor de lo que después se denominaría Cubop. Es mítico su tema Manteca (1947), donde se desarrolla una auténtica bacanal rítmica. Posteriormente Chano Pozo entró también dentro del mito al ser asesinado, presuntamente, por haber hecho públicos los ritmos secretos del culto abakuá.



Una vez expuesta la figura de Chano Pozo, que ha de tener necesariamente un apartado especial por ser el primero de los percusionistas del jazz, los agruparemos con el fin de tener una visión lo más general y clara de ellos, en primer lugar por su país de origen, en segundo lugar por sus instrumentos y finalmente por sus diferentes estilos.

 

Como ya hemos comentado anteriormente, la ola cubana alcanzó su primera cúspide entre mediados de los 40’ y los 50’, no por sólo Dizzy Gillespie, quién tocó ritmos cubanos una y otra vez, sino que también por la big band de Stan Kenton (1911-1979), con su triunfal versión de El Manicero (1927). En ella destacaron en el bongosero Jack Costanzo (1919-2018), Carlos Vidal Bolado (1914-1996), en las congas y Machito (1912-1984) en las maracas. Posteriormente Machito (alias de Frank Grillo) formó su propia banda en Nueva York, donde tuvo como arreglista al trompetista Mario Bauzá (1991-1993), al  tiempo que tocó y grabó frecuentemente con figuras de la talla de Charlie Parker “Bird” (1920-1955), o Beny Moré (1919-1963).

 

A parte de Machito, la figura más destacada del momento es el timbalero, vibrafonista, arreglista y compositor (su tema de 1963 Oye cómo va es universal), al neoyorquino Tito Puente (1923-2000), el Rey del timbal, quién desarrolló una singular fusión del mambo y del jazz basada en unos ritmos de “gran sabor”, apoyados por solos virtuosos de gran calidad a la vez que muy vistosos, que marcaron un antes y un después en su instrumento.


Otros importantes percusionistas de la época fueron: Cándido Camero (1921-2020), Sabú Martínez (1930-1979) y Mongo Santamaría (1922- 2003), todos congueros, el bongosero Willie Rodríguez (1935-2010), el vibrafonista y bongosero Cal Tjader (1925-1982), Willie Bobo (1934-1983), timbal y Armando Peraza (1924-2014), conga y bongó.

 

A finales de los 50’, la música cubana perdió considerablemente atractivo recuperándose, en los 60’, con una segunda oleada, en forma de un novedoso estilo de fusión: la Salsa, sobre todo en Nueva York y Miami, que desde entonces se ha sostenido, no sólo por obra de los músicos cubanos, sino también por intérpretes de Puerto Rico (y por algunos de la República Dominicana). La salsa ha sido definida como "ritmo cubano más jazz, con elementos de blues y rock”, siendo la discográfica Fania Records (fundada por Jerry Masucci y Johnny Pacheco en 1964), su punto de referencia a la hora de contar con los mejor músicos de cada momento.

 

Mientras tanto, surge toda una generación de músicos latinos nacidos en Nueva York (sobre todo en el barrio de East Harlem). Ray Barreto (1929-2006), y el propio Johnny Pacheco (1935-2021), se encuentran entre este grupo de músicos cuya principal aportación es conocer al tiempo la música latina y la norteamericana, y en particular el jazz, dando lugar a una fusión de gran fuerza, etiquetada de muchas formas: jazz latino, rock latino, soul latino, etc., que sigue, desde principios de los 90’, hasta la actualidad dando grandes figuras como Paquito D´Rivera (n. 1948), o Michel Camilo (n. 1954), y donde aparece una nueva hornada de percusionistas como los congueros Daniel Ponce (1954-2013), Luis Conte (n. 1954), o el caso del también trompetista y líder del grupo Ford Apache Band, Jerry González (1949-2018).

 

El interés de los músicos de jazz por la música brasileña fue originado por el guitarrista Charlie Byrd (1925-1999), en 1962 con el álbum Jazz Samba (Verve Records), con Stan Getz (1927-1991), que incluía el famoso tema Desafinado, escrito por Joao Gilberto (1931-2019) y Antonio Carlos Jobim (1927-1994). Desde entonces Getz ocupó el centro de la oleada de la bossa nova. Los músicos brasileños definieron el bossa como "samba más cool jazz". Pero no fue hasta 1967 cuando el percusionista brasileño Airto Moreira (n. 1941) y su esposa, la cantante Flora Purim (n. 1942), se trasladaron a Nueva York, cuando Airto participó en el novedoso, por aquél entonces, álbum de Miles Davis (1926-1991), Bitches Brew (Columbia Records), de 1970. A partir de ahí comenzaron a proliferar músicas y músicos brasileños en el jazz con primeras figuras norteamericanas McCoy Tyner (n. 1938), Chick Corea (n. 1941), el incombustible Dizzy Gillespie o el grupo Weather Report (desde 1970), etc.


Los percusionistas en esos grupos fueron, aparte de Airto, Dom Um Romão (1925-2005), Paulinho da Costa (n. 1948) y Guilherme Franco (1946-2016), destacando sobre todos uno de los percusionistas más sensitivos y flexibles del jazz y de la música étnica, Naná Vasconcelos (n. 1944) un verdadero maestro del berimbao, instrumento al que da una riqueza tímbrica y unas posibilidades expresivas fuera de lo común. Vasconcelos también es un consumado experto en percusión corporal.

 

En el curso de la creciente nueva conciencia del jazz moderno y de sus raíces africanas, muchos jazzistas norteamericanos adoptaron instrumentos de percusión, ritmos, técnicas y músicos del África. El predecesor de este desarrollo fue Art Blakey (1919-1990), que en su disco Orgy in Rhythm (Blue Note Records, 1957), ya estaba formando orquestas enteras de percusionistas, después Max Roach (1924-2007), también trabajó en la misma línea. Wayne Shorter (n. 1933) dijo una vez: "Lo de Dizzy Gillespie era afrocubano. Entonces Art Blakey quitó lo cubano y dijo afro y todo el mundo del jazz lo comprendió”. Con Blakey tocaron entre otros los siguientes músicos con instrumentos africanos: Solomon Ilori (n. 1934), kalengo, Chief Bey (1913-2004), conga y djembé, Montego Joe (1929-2010), tambor de hendidura, Garvin Masseaux (1938-1979), chekeré y shakers africanos, James Folami (congas) y Robert Crowder (1930-2012), tambores batá y congas.

 

El primer percusionista africano que obtuvo reconocimiento en el mundo del jazz, desde comienzos de los sesentas, fue el nigeriano Babatunde Olatunji (1927-2003), quién también trabajó con John Coltrane (1926-1967). Durante años, el álbum del saxofonista Frank Wright (1935-1990) Uhuru na Umoja, expresión que se traduce como "libertad y unión" (America Records, 1970), con letra del poeta nigeriano Adebayo Faleti (1921-2017), fue un himno para los músicos y aficionados interesados en los problemas y en la lucha por la liberación de los pueblos africanos.


Además, durante los 60’ percusionistas como Kahil El’Zabar (n. 1953), mbira o sanza, Famoudou Don Moye (n. 1946), del círculo de AACM y James Mtume (n. 1946), quién se dio conocer por su colaboración con Miles Davis, se remitieron directamente a los ritmos africanos.

 

El siguiente grupo de percusionistas que hemos de considerar son los que tienen raíces asiáticas: la integración más satisfactoria de ritmos hindúes con jazz fue lograda por el instrumentista hindú de tabla Zakir Hussain (n.1951), hijo y discípulo del famoso maestro de tabla Alla Rahka (1919-2000). Hussain creció con el jazz desde sus principios, destacando su paso por el grupo Shakti, de John McLaughlin (n. 1942). En cierta manera, integró los ritmos y sonidos de la tabla hindú con el jazz, tan perfectamente como lo hicieron anteriormente Guilherme Franco (y otros), con los ritmos brasileños.

 

Otros percusionistas hindúes que han trabajado con músicos de jazz son Trilok Gurtu (n. 1951) y Badal Roy (n. 1945), este último por ejemplo, con Miles Davis. Gurtu, maestro del prestigioso Creative Music Studio (CMS), ha grabado con Don Cherry (1936-1995), y Charlie Mariano (1923-2009), y es un destacado músico de tabla y un excelente baterista de jazz, combinación que habría sido inimaginable años atrás. Por último Collin Walcott (1945-1984), es fue el primer músico nacido en los Estados Unidos que obtuvo reconocimiento como instrumentista de tabla (y de sitar), con el grupo Oregon y con el propio Don Cherry (quién por cierto, tuvo una cierta habilidad tocando instrumentos de percusión balineses y tibetanos, entre otros).

 

En vista del espíritu cosmopolita y universal del jazz de hoy, huelga decir que también se han incorporado al jazz técnicas de percusión de otros ámbitos y culturas musicales. Por ejemplo, Andy Narell (n. 1954), y el guitarrista Roland Prince (1946-2016), llevaron el steel drum de Trinidad, al marco del jazz, Othello Molineaux (n. 1939), quién grabó con el grupo de Jaco Pastorius el álbum Word of Mouth (Warner Bros., 1981), o el multiinstrumentista y poeta argentino Pedro Aznar (n. 1959), quién se dio a conocer junto a Path Metheny (n. 1954). Por su parte Okay Temiz (n. 1939), ha llevado al jazz los ritmos de su natal Turquía, junto a Don Cherry o Tony Scott (1921-2007), entre otros muchos, de la misma forma que el mítico percusionista japonés Daihachi Oguchi (1924-2008), quién introdujo instrumentos y ritmos de su país en el jazz.

 

El efecto y la "universalidad" de los ritmos de percusión de muchos países de la tierra, se ponen en claro cuando comprendemos que Weather Report, el más triunfante grupo de fusión de los 70’, empleó uno o más percusionistas además del baterista durante gran parte de la década. El primer percusionista del grupo fue Airto Moreira, que también fue el primero en tocar con Davis y Corea. Después de él llegaron Álex Acuña (n. 1944), Manolo Badrena (n. 1952), Alyrio Lima (n. 1949), y Muruga Brooker (n. 1942), este último no sólo con tambores latinoamericanos, sino también marroquíes e israelíes.

 

Otra característica de esta “multiculturalidad” de los ritmos de percusión es que, ha surgido un nuevo tipo de percusionista que ya no está en deuda con una sola de las distintas culturas musicales, sino que se alimenta de muchas de ellas. Músicos como Kenneth Nash, Armen Halburian (1933-2011), John Bergamo (1940-2013), David Moss (n. 1949) y Glen Velez (n. 1949), Bill Summers (n. 1948), Sue Evans (n. 1951),   entre otros muchos pertenecen a esta categoría.

 

Para concluir, sería injusto no nombrar el percusionista brasileño, afincada desde hace años en España, Rubén Dantas (n. 1954) y, su gran aportación al mundo de la fusión del flamenco con el jazz, a través del cajón, instrumento peruano que gracias a su incorporación se ha revalorizado y ha revolucionado el flamenco “a compás”, al tiempo que lo ha popularizado hasta límites insospechados.

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