jueves, 1 de septiembre de 2016

INFLUENCIA DEL JAZZ EN LA MÚSICA SINFÓNICA

INFLUENCIA DEL JAZZ EN LA MÚSICA SINFÓNICA
Por Claudio Cascales
Catedrático de Música

            


Desde el mismo comienzo, la música de jazz tuvo una gran influencia entre los compositores que bien podríamos clasificar como sinfónicos. El jazz nace en una época de la historia de la música, coincidente con el modernismo, en donde se buscaban nuevos caminos, tras haberse agotado el lenguaje y las formas del romanticismo.


Desde prácticamente comienzos del siglo XX, se buscan nuevos sistemas armónicos que reemplacen la tonalidad (dodecafonismo), nuevas escalas (exóticas, microtonales), nuevos ritmos (asimétricos, polirrítmias, polimetrías...), nuevos instrumentos (sobre todo los de percusión),  nuevos sonoridades (futurismo, primitivismo...) y efectos (glissandos, frulatos...).


En este ambiente el jazz va ha ser, para muchos compositores, la base para realizar, como elemento novedoso, una música fresca, vital y moderna que finalmente se quedará, en la mayoría de los casos en anécdota (sobre todo en los músicos europeos), debido fundamentalmente, al desconocimiento de la esencia del jazz: la improvisación, así como la imposibilidad de realizar una escritura que diera toda la dimensión al swing, esa especie de relación entre los escrito y lo interpretado, en la cual no se puede transmitir con una simple notación, además de la gran dificultad de reflejar una sonoridad individual, tanto en el fraseo, como en el propio sonido, tan determinante para el jazz.

Aún así, se puede hablar en Estados Unidos de un Jazz Sinfónico, en el que se caracteriza más el recurso jazzístico, como algunas armonías, escalas, ritmos, instrumentos y efectos sonoros, e incluso algo de improvisación, que el propio jazz en su sentido más amplio donde el swing, la improvisación y la sonoridad individual son la base de la música. En Europa por el contrario el jazz está más presente en la música de Cámara. En definitiva, para la mayoría de los compositores el jazz fue un plato exótico del que se sirvieron de manera más o menos consciente.


Los compositores que han obtenido resultados más satisfactorios a la hora de incorporar la música de jazz a la sinfónica, han sido, por razones obvias, los compositores americanos. De entre todos ellos podemos destacar a:


George Gershwin (1898-1937), el primer compositor que utilizó el jazz en el mundo sinfónico, de un modo natural. Gershwin reelaboró el lenguaje del jazz y de la canción popular, para integrarlos ambos en el mundo de la orquesta, donde logró magníficos éxitos como Rhapsody in blue (1924), Un americano en París (1928) y su incomparable jazz-ópera Porgy and Bess (1935).


Tras Gershwin el compositor que más ha intentado más conscientemente la fusión de elementos del jazz y de la música de concierto en una nueva unidad, no en vano, de él es el concepto de Jazz Sinfónico al que denomino Third stream, es el también estadounidense Gunther Schuller (n. 1925), con una música eminentemente rítmica basada en los elementos del jazz no exentos de influencias de Stravinsky, Schoenberg. Sus obras más conocidas dentro del estilo son el  Cuarteto de jazz y orquesta (1959), el ballet Modern Jazz: Variants (1961), el cuento musical Journey into jazz (1962), la ópera de 1966 The Visitation, así como su Gran concierto para percusión y teclados (2005).

  
Morton Gould (1913-1996), compositor y afamado director de orquesta, destacó desde joven por su capacidad de combinar a la perfección múltiples géneros musicales en la estructura formal clásica, manteniendo sus elementos distintivos, entre ellos, la música latina y muy especialmente el jazz. Sus obras más relacionadas con el lenguaje jazzístico son Chorale and Fugue in Jazz (1933), Four American Symphonettes (1945) y Symphony of Spirituals (1975).


Por último a Leonard Bernstein (1918-1990), compositor y director de orquesta, con muchas influencias tanto de la música popular americana, como de la música latina y el jazz que, junto a las de Ives, Copland y Stravinsky, forman su mundo sonoro. Bernstein, sin ser innovador, absorbe todos estos elementos y le imprime un sello propio en el que predomina un verdadero olfato para la orquestación. Entre sus obras con tintes jazzísticos se pueden destacar el músical On the Town (Un día en Nueva York) de 1944, Candide (una opereta con una obertura conocidísima), de 1956 y el también musical West Side Story 1957, que alcanzó, tras llevarla al cine, diez Oscars en 1961.

           

Como se ha comentado anteriormente los compositores europeos, en su mayoría abordaron el jazz en composiciones de cámara, relacionadas con el mundo del music hall, el cabaret, etc, en muchos casos utilizando referencias directas al ragtime que causó sensación entre los compositores de los 20. Los compositores europeos que incorporaron elementos de la música de jazz a sus obras fueron:


Antonín Dvorak (1841-1904), quién introduce en algunas de sus obras, entre ellas la 9ª sinfonía (del nuevo mundo), melodías extraídas del espiritual negro Sweet home.


Claude Debussy (1862-1918) se inspiró en el cake-walk para escribir The childrens corner así como en su 1er libro de Preludios.


Erik Satie (1886-1925), en plena apoteosis de la estética del circo y del music-hall, e influido por el ragtime y el jazz, compuso la pantomima Jack in the box y en su ballet Parade (Ragtime del transatlántico).


Maurice Ravel (1875-1937), incorpora diversos elementos del jazz en su Concerto para la mano izquierda en Re mayor así como en su Concierto para piano en Sol mayor.


Otros compositores que utilizaron el jazz fueron Paul Hindemith, Ernst Krenek, Kurt Weill, Béla Bartók, Dimitri Shostakovich o André Jolivet.


Mención aparte, no sólo por la utilización del lenguaje del jazz en algunas de sus piezas, sino también por la importancia de los instrumentos de percusión y el propio ritmo son Igor Stravinsky (1882-1971), con su Historia de un soldado de 1918, entre otras, donde da una nueva dimensión a los instrumentos de percusión aunándolos varios en torno a un solo interprete y Darius Milhaud (1892-1974) quién hizo algo muy parecido con dos ballets, uno de cámara La Creación del mundo (1923) y, otro anterior orquestal, El buey sobre el tejado (1918), donde también aparecen elementos de la música de brasil.


Haciendo una breve referencia al panorama español, encontramos al compositor de películas José Nieto (n.1942) ex batería quién estrenó en 1974 su Concierto para quinteto de jazz y orquesta. Igualmente otro gran maestro de la batería en España Enrique Llácer “Regolí” (n. 1934), ha compuesto obras para percusión y orquesta donde se advierten claras influencias jazzísticas como el Concierto nº 2 para batería y orquesta (1990).

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