viernes, 5 de mayo de 2017

LA PROFESIÓN DE MÚSICO EN EL RENACIMIENTO


LA PROFESIÓN DE MÚSICO EN EL RENACIMIENTO

©ClaudioCascales
 
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Durante la Edad Media, la composición musical no era propiamente una profesión, sino más bien una actividad complementaria de algunos miembros activos de una catedral, una iglesia o un monasterio, un rey o noble, según fuese música religiosa o profana. Como norma general estos compositores permanecían en el más absoluto anonimato, sin llegar a ser conocidos y mucho menos a trascender en la historia.

Ya en el Renacimiento, la creciente complejidad técnica de la polifonía (contrapunto imitativo), extendida por toda Europa y considerada un acompañamiento insustituible de las ceremonias religiosas, políticas, oficiales o de entretenimiento desarrolladas en catedrales, iglesias, palacios, jardines, etc., exigía un cierto número de profesionales cualificados que con el tiempo fue aumentado. El Papa, obispos, cardenales, reyes, príncipes y otros nobles y aristócratas necesitaban contar, para todo ese tipo de eventos, con la presencia estable de compositores, cantantes e instrumentistas muy bien preparados que pagaban casi siempre generosamente.

Así se crearon en grandes catedrales, iglesias, cortes reales y casas aristocráticas, las llamadas «Capillas musicales», formadas por un cierto número de cantores y ministriles expertos dirigidos por el maestro de capilla –compositor, director y maestro-, cargo reservado a aquellos músicos capaces de componer piezas musicales con las nuevas técnicas contrapuntísticas.

Pagados para componer y enseñar música, los mejores músicos se movían de una capilla a otra, atraídos por las ventajas económicas, adquirir experiencia o de superar su categoría artística y fama, casi siempre tras superar unas duras oposiciones en las que debían demostrar su maestría en la técnica del contrapunto, la ejecución al órgano y la “limpieza de sangre”.

Poco a poco, los compositores tomaron conciencia de su importancia profesional, su prestigio y su fama, gracias a su talento, inspiración y oficio que conjugaban con un perfecto conocimiento de la técnica musical tanto vocal como instrumental y compositiva.

Sin embargo, es muy poco probable que los compositores del Renacimiento se hubiesen considerado a sí mismos compositores en el sentido que hoy damos a ese término. No hay que olvidar que, aún durante varios siglos más, la música será solo la compuesta para una ocasión determinada, y el profesional -el compositor artesano-, componía siempre música «nueva», sin esperanzas de su música se valorara tanto como para que se repitiera en más de una ocasión.

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